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miércoles, 23 de enero de 2013

El prestigio




Tuve fortuna.
Uno no elije en donde nace.


En mi familia no ahorraron para comprar envidia
ni salió una oveja negra
que, a juego con el sistema, fuera competitivo o salvaje.


Tuve fortuna.
Me dejaron como herencia
que la vida ajena es, por encima de todo, respetable.
Y la propia,
inmune a la codicia,
y siempre, con humildad, cuestionable.


Tuve fortuna.
Me legaron el amor a las escaleras
la desconfianza en los ascensores.


No darse por vencido es la victoria de los perdedores.


Guardar el sitio en la fila.
No empujar, pisar, ni colarse.


Hacer de las salas de espera un hogar confortable.


Al llegar a cualquier destino
no olvidar jamás de donde se viene.


Porque, al cabo, uno es tan solo lo que es
no un títere en la función de lo que conviene.


El prestigio y la valía van por distinta calle.


Tuve fortuna
mi familia me fue pagando el entierro
para que viviera a mi aire.


Hay gente que aún no lo sabe
pero trabaja para tener una esquela muy grande.



© Mariano Crespo Mártínez








                     

4 comentarios:

  1. "No darse por vencido es la victoria de los perdedores..." Hay en tus letras, tremendos y necesarios aprendizajes... Un placer leerte Mariano.

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  2. Una descomunal herencia, amigo Mariano. Por lo que traslucen tus poema creo que la has administrado con sabiduría.

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  3. Gracias, Ángela. hay gran aprendizaje en los comentarios de los lectores y lectoras.

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  4. Bueno, Jordi, lo he procuarado. Conseguido, no siempre.

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