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sábado, 12 de enero de 2013
Felipe
“Después compre solfeos y un frac,
y por favor no cante por la nariz
y deje en paz a Schumann”
“Instrucciones para cantar”. JULIO CORTÁZAR
En mi familia nadie cantaba bien
excepto Felipe, el jilguero que vivió en casa una década.
El en libertad y nosotros en una jaula.
Eran tiempos difíciles para la libertad
la epoca en que nuestro pájaro tuvo familia,
A Felipe le bautizamos Felipe,
tras comprárselo mi madre a un gitano
por 14 pesetas a la puerta del mercado.
Un mal día se cayó redondo en su jaula,
mi padre le puso en el pico una gota de tónico cardiaco
y todavía nos cantó un año
en nuestro paseo diario entre la lechuga y el alpiste.
Si ustedes no han oído cantar a un pájaro resucitado
no saben lo que es trinar boleros
ni bailar con un ritmo llorado.
El canto de quien ha visto
que por la estación de los muertos no pasan trenes
y la luz es lunar negro
como los adornos ocultos de las mujeres.
Mi padre también le compró discos de otros pájaros
y en la mañana de los domingos
no pude poner a los cantautores
porque Felipe estaba oyendo los grandes éxitos
de las más afamados coros alados.
En mi familia nadie cantaba bien.
Así que emigré a otra parte
que es el lugar en donde reside la música.
Busqué las demandas de empleo
un trabajo con derecho a deseo.
Y llegó la primavera sin sujetador
a anunciarme la buena nueva.
Esa primera vez en que, con la boca seca,
distinguí a Felipe entre el coro de miles de pájaros.
que festejaban mi estreno.
Nadie en mi barrio se explica como de una jaula
en la que nadie entonaba al cantar
había semejante lujo que alegraba el patio.
Luego se murieron Felipe y el silencio.
Mi familia habitó la casa y en la jaula había un hueco.
Un día mi padre puso la radio y,
sin que supiéramos el por qué,
se levantó, llorando, contento.
Días más tarde,rellenó el hueco
de la jaula con una fotografía de Franco.
© Mariano Crespo Martínez
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