En
la juventud.
Cuando todo es rojo intenso
empiezas en el oficio
de asaltador de camas
o guerrillero de alcobas
-si tu gusto son las señoras-
la principal táctica a mejorar
es la de la retirada.
Tienes pánico al vacío
cuando callan las armas.
Cuando todo es rojo intenso
empiezas en el oficio
de asaltador de camas
o guerrillero de alcobas
-si tu gusto son las señoras-
la principal táctica a mejorar
es la de la retirada.
Tienes pánico al vacío
cuando callan las armas.
Con
el tiempo
descubres que todo
lo que es necesario saber
de esta absurda película
se aprende en el post-rodaje
de la escenas que abrasan,
como lo que se conoce de la lluvia
siempre es tras la tormenta
cuando el aguacero no ciega.
descubres que todo
lo que es necesario saber
de esta absurda película
se aprende en el post-rodaje
de la escenas que abrasan,
como lo que se conoce de la lluvia
siempre es tras la tormenta
cuando el aguacero no ciega.
En
la madurez.
cuando todo el color es burdeos,
pasado el tiempo
de las escaramuzas,
las derrotas ocultas,
y las victorias sin épica ni crónica,
te empieza a gustar la sopa
el pescado en salsa
y los besos tras las brasas
suaves como el tacto de la lana.
El aliento a ceniza de las palabras.
cuando todo el color es burdeos,
pasado el tiempo
de las escaramuzas,
las derrotas ocultas,
y las victorias sin épica ni crónica,
te empieza a gustar la sopa
el pescado en salsa
y los besos tras las brasas
suaves como el tacto de la lana.
El aliento a ceniza de las palabras.
Es
cuando
la principal táctica a mejorar
es el asentamiento
sobre la pradera tomada,
la edificación de una chimenea
en torno a su mirada
la familiaridad con los gatos
y escuchar la música del silencio
hasta que te sientas capaz
de poner letra
a tu propia balada,
ese epitafio que se baila
a media luz
y con las caras pegadas.
la principal táctica a mejorar
es el asentamiento
sobre la pradera tomada,
la edificación de una chimenea
en torno a su mirada
la familiaridad con los gatos
y escuchar la música del silencio
hasta que te sientas capaz
de poner letra
a tu propia balada,
ese epitafio que se baila
a media luz
y con las caras pegadas.
© Mariano Crespo
Bueno. Habrá quien madure y quien no lo haga. Besos.
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