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martes, 3 de noviembre de 2015

Fallos



Casi todos los fracasos coinciden
solo en la bandera, las tasas 
y en el sabor a vinagre 
del vino del desprecio.
Pero los grandes fracasos
son sublimes.
Y lo son por la lógica 
demente del cálculo 
de improbabilidades de los sueños. 
Por haber proyectado
cosas tangibles 
como nadar en el cielo 
como volar bajo el agua 
como residir en tu sexo.
Esos fracasos 
tienen la nacionalidad de la infancia 
y un montón de caramelos
brotando de los cuentos.
Y yo os digo que el niño, 
el hombre, 
crece según la altura de sus tropiezos.
Los demás, 
-esas vidas ejemplares, por ejemplo-
no cumplen profecías, 
ni encarnan leyendas, ni protagonizan cuentos.
Son manuales, catecismos y prospectos. 
Esa biblia sin belleza 
que construye demoliendo.


© Mariano Crespo

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