Para todas nuestras vecinas de cualquier 1º A
Aquella
tarde,
ensayando un beso
y el giro idóneo de la lengua
para no ahogarse,
repitiendo los deberes
cerrando los ojos
un segundo antes y después
de la ejecución del arte
como los maestros del cine
fundamos nuestra pareja.
Vimos que nuestros apellidos
tenían la suficiente armonía
para oírlos sin rencor un niño
en la lista de la escuela,
Sonábamos a familia
con letrero en la puerta,
papel pintado
y los domingos paella.
Con todos los amigos
a tomar café
y enseñar la terraza
con vistas a un parque
con un montón de árboles
en donde el sol
se empadrona.
y pájaros recién casados
como nosotros
hacían el nido y piaban.
Que dios proteja
cada rincón
de esta entelequia.
Aquella noche,
por vez primera,
mi mano temblorosa
entró bajo tu jersey
y conoció la conmoción
que supone el llegar
a un nuevo planeta,
un territorio febril
que cuando lo descubres,
emocionado, tiembla.
Aun ahora en el recuerdo
la garganta se anuda
y agoniza una neurona.
ensayando un beso
y el giro idóneo de la lengua
para no ahogarse,
repitiendo los deberes
cerrando los ojos
un segundo antes y después
de la ejecución del arte
como los maestros del cine
fundamos nuestra pareja.
Vimos que nuestros apellidos
tenían la suficiente armonía
para oírlos sin rencor un niño
en la lista de la escuela,
Sonábamos a familia
con letrero en la puerta,
papel pintado
y los domingos paella.
Con todos los amigos
a tomar café
y enseñar la terraza
con vistas a un parque
con un montón de árboles
en donde el sol
se empadrona.
y pájaros recién casados
como nosotros
hacían el nido y piaban.
Que dios proteja
cada rincón
de esta entelequia.
Aquella noche,
por vez primera,
mi mano temblorosa
entró bajo tu jersey
y conoció la conmoción
que supone el llegar
a un nuevo planeta,
un territorio febril
que cuando lo descubres,
emocionado, tiembla.
Aun ahora en el recuerdo
la garganta se anuda
y agoniza una neurona.
Aquella
tarde,
aquella noche,
ignorábamos
que el guión estaba escrito
y era inconsistente,
ramplón como un sainete,
bufo cono una mala opereta.
Historias de amor
que sacamos del desván
tras una opípara comida,
de tres o cuatro copas
y solo para hacer reír
a los comensales
de una sobremesa
que decaía en la modorra.
aquella noche,
ignorábamos
que el guión estaba escrito
y era inconsistente,
ramplón como un sainete,
bufo cono una mala opereta.
Historias de amor
que sacamos del desván
tras una opípara comida,
de tres o cuatro copas
y solo para hacer reír
a los comensales
de una sobremesa
que decaía en la modorra.
Ms
tarde, a solas piensas,
que el tiempo
-ese resabiado patán-
convierte nuestros fracasos
más sólidos, en nuestra
colección de anécdotas.
que el tiempo
-ese resabiado patán-
convierte nuestros fracasos
más sólidos, en nuestra
colección de anécdotas.
Y
no es justo,
no es justo por ti,
y más injusto por ella,
convertir en chascarrillo,
lo que si tuvieras valor
de manchar tu máscara
con lo que arde y quema,
sería un -no sé si hermoso-
pero digno y reparador poema.
no es justo por ti,
y más injusto por ella,
convertir en chascarrillo,
lo que si tuvieras valor
de manchar tu máscara
con lo que arde y quema,
sería un -no sé si hermoso-
pero digno y reparador poema.
Más
de noche,
lo escribes
entre lágrimas
que se te escapan
lo escribes
entre lágrimas
que se te escapan
como
en las películas
de perros abandonados,
o de niños huérfanos.
Qué rara es, con las pérdidas,
con las cenizas del candor,
nuestra cabeza.
de perros abandonados,
o de niños huérfanos.
Qué rara es, con las pérdidas,
con las cenizas del candor,
nuestra cabeza.
© Mariano Crespo
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