El
poeta no fue sino un cromo
coleccionista, sin álbum, de niños.
coleccionista, sin álbum, de niños.
Ahora,
el poeta es un bosque, tal vez un árbol,
que vuela persiguiendo mariposas y nidos.
que vuela persiguiendo mariposas y nidos.
El
poeta llegará a ser el hueco de tu falda
aguardándose a sí mismo triunfante y vencido.
El
poeta morará en la frágil memoria de tus adjetivos,
en el taburete vacío del bar de los pronombres
que perjuran que entre tú y ellos no hubo nada personal,
en la conjunción copulativa que une tus muslos,
en la conjugación cortada por el fango de los verbos transitivos.
en el taburete vacío del bar de los pronombres
que perjuran que entre tú y ellos no hubo nada personal,
en la conjunción copulativa que une tus muslos,
en la conjugación cortada por el fango de los verbos transitivos.
¿Dónde
está la fila de los boletos para montar de nuevo?
Ese interrogante será el sencillo epitafio
que el poeta olvidó en la noria
de la verbena de los descampados de su barrio.
Ese interrogante será el sencillo epitafio
que el poeta olvidó en la noria
de la verbena de los descampados de su barrio.
Porqué
el poeta, aunque lo niegue, cree en la reencarnación
pues no ha dejado de ser el chaval de la sesión continua
que sabe que el final solo es el inicio de otra película.
pues no ha dejado de ser el chaval de la sesión continua
que sabe que el final solo es el inicio de otra película.
© Mariano Crespo
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