No, no estoy curado de espanto.
No niego que una novia
me dejó por un intelectual gay
tras engañarme con otra chica.
He contemplado perplejo
como la gente enfangaba
a los que abogan por sus derechos
y aupaban hasta el poder
a los presuntos.
Los pobres son de nacimiento sospechosos
y cuando crecen culpables.
Los ricos son genéticamente ladrones
y, cuando les aprueban Derecho, presuntos.
Con estas vacunas
hay fulanos natural impertérrito
que pueden tomar el té durante terremotos.
Pero es que yo no aprendo, coño, no aprendo.
Topiezan mil veces las piedras conmigo, el mismo tipo,
y da la impresión de que los minerales no tienen memoria.
Todavía blasfemo
con la firmeza de un teólogo
cuando me hace pupa
un desplante,
un desamor,
un desvergonzado hiriendo
a un desheredado.
No estoy curado de espanto y, para más inri, mi médico parece que tampoco.
© Mariano Crespo Martínez
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