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domingo, 23 de junio de 2013

Celada empírica




Establezcamos
que te lanzo mi corazón a la cara
a una velocidad continua
de unas seis clausuras de párpados
y a la temperatura constante 
de mi lava volcánica.

Observamos 
que no solo no te agachas 
sino que se te ilumina la sonrisa
con la esclarecedora luz del alba
en ausencia de duda o neblina. 

Concluimos
que, todo parece indicar, 
estás sufriendo una parálisis
de etiología no determinada, 
o bien -¡no me lo puedo creer!-
he vuelto a caer en tu repetida emboscada. 



© Mariano Crespo Martínez





                    

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