Como un monje trapense
que ve a dios
sin poner palabras el encuentro,
hay quien se complace con el recogimiento.
A mí me sabe mal
el sexo
en silencio.
El sexo es oral
y lleno de agujeros como un queso,
como un beso.
El templo,
la oración,
en la punta de la lengua recreo.
© Mariano Crespo Martínez
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