Desahuciada la esperanza.
Ni siquiera,
el propio ángel del aguarda,
me protege ya la espera.
Andando por un andén
y la gente corre que te corre
hasta la parada del paro.
La fe
es una prestación
eterna
de unas pocas semanas.
Eres tú
y no el carné
el que tiene código de barras.
y date una vuelta
como el pez en la pecera.
No hay jamás segunda
si conviertes en última a la primera.
Ni siquiera,
el propio ángel del aguarda,
me protege ya la espera.
Con la esperanza desahuciada
soy poca cosa para el Heraldo del que no llega.
© Mariano Crespo Martínez
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