Como metódico pasivo
se le podía definir.
Uno de esos hombres
que hace lo que señala la agenda
que le escribe la secretaria
en ese lenguaje
que la confianza hace jerga.
No se te olvida algo,
le reprochó su mujer
entre las sábanas.
Pasó la noche desvelado
y repasando los compromisos
comprometidos en la agenda.
Todo los programado estaba completo.
Ella no quiso darle más vueltas.
Ya lo pensaré mañana.
El fin de semana fue tenso.
El lunes, la secretaria,
gesto compungido,
mirada baja,
pidió disculpas.
En la página del pasado sábado
había olvidado escribir "cumplir".
Las persona enamoradas
tienen lapsus imperdonables.
Ella, junto a la máquina de café,
se perdonó a si misma
porque el olvido es una buena coartada.
© Mariano Crespo
(Del poemario inédito "EL RUBOR DE LAS CEREZAS")
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