Me falta un carmen,
una fuente o una nube
impertinente
de media tarde
con la paz mansa
de la palabra agua.
Me sobra este aire plomizo
sin aromas de tierra húmeda
y esta campana muerta
que no tañe
pero bosteza.
A Federico se le bebe
al borde de la acequia
cuando no vuelan los pájaros
y deliran las azucenas.
A García Lorca
se le mete un lirio seco
entre dos poemas
y se le recuesta sobre las rodillas
al olor de la yerbabuena.
Y dejamos pasar las horas
por si este cielo de Madrid
se embelesa y nos regala
el color añil y moscatel
del atardecer en la Alhambra.
© Mariano Crespo
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