Conocí una ciudad tan fría
que las madres sacaban los bebés a las plazas
los días de huelga de nubes
para que el sol cogiese color y calor.
Un lugar con un sol tan frío
como la mirada de un adiós.
Tan frío, tan frío, tan frío
como tu beso de Judas en el congelador.
Si al menos me hubieras dicho no.
© Mariano Crespo
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