Llegará el día en que me dejaré llevar,
en un vetusto Cadillac,
por el boulevard de tus deseos.
A las 33 revoluciones deJudas, por traidoras monedas, sonará el lamento de Charlie Parker,
con el saxo asfixiado por el humo
del tugurio de los desamparados,
esquina a la esquina de mi calle.
En ese otoño de nupcias te daré un beso a escondidas
de mis amigos, que contarán hasta cincuenta
antes de salir a buscarnos ese paraíso perdido
por los piratas proscritos y la descalza Cenicienta.
Te cubrirás con un vestido ceñido de alba
y yo luciré mi traje de los domingos
condecorado con su pajarita roja
y sus leves copos de nieve blanca.
Acostumbrado a cobijarme en la duda,
de la chistera extraeré un sombrero,
y otro más bello y otro menos serio..
Todos ellos tan perplejos como huecos.
Pocas veces acuden en mi ayuda
el clavo ardiendo y los conejos
Pero en esta fiesta han dejado de ser extraños
mi hambre antigua y tus renovadas ganas
tus uñas afiladas y mi desprevenida espalda
Tengo ya en el recuerdo esa mañana
prevista por los astrólogos
en un cálculo impaciente
para dentro de varios años y una o dos semanas.
Conjunción astral de mi ascendente
Piscis con las más revoltosas de tus hormonas.
© Mariano Crespo Martínez
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