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domingo, 12 de mayo de 2013

Crónica de un crónico




No, no estoy curado de espanto.

No niego que me robó una novia
un fiel amigo gay

después de que ella me engañase con otra.


He visto a la gente insultar
a los que abogan por sus derechos
y aupar hasta el poder
a los presuntos.


Los pobres son de nacimiento sospechosos
y cuando crecen culpables.


Los ricos son genéticamente ladrones
y, cuando les aprueban Derecho, presuntos.


Con estas vacunas
hay quien es de natural impertérrito
y puede tomar el té durante terremotos.



Pero es que yo no aprendo, coño, no aprendo.


Tropiezan mil veces las piedras conmigo,
el mismo tipo,
y parecería que los minerales no tienen memoria.


Todavía blasfemo
con la firmeza de un teólogo
cuando me hace pupa
un desplante,
un desamor,
un desvergonzado hiriendo
a un desheredado
cualquiera,
mi prójimo.


No estoy curado de espanto
y, para más inri,
mi doctora parece que tampoco.




© Mariano Crespo Martínez 






                                 
                      
                   

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