No falseo la moneda de la verdad
cuando digo en ocasiones
que beso en catalán,
describo a los nazis en hebreo,
blasfemo en latín
y maldigo en arameo.
Requiebro en francés
de la vendimia,
canto en un inglés
necesitado de subtítulos
y miro en italiano
cuando poso el ojo en lo prohibido.
Conozco que Carlos V daba órdenes
en francés a la señoras,
en alemán a la milicia
y a dios, en castellano.
No sé llega emperador,
por gracia divina,
para pronunciar su nombre en vano.
El castellano es la lengua
en que mi madre me desveló el lenguaje.
Es mi patria y mi bandera.
El arte en la pluma de García Márquez,
Cortázar, Neruda, Lorca, Quevedo,
Galdós, los Machado y Miguel Hernández.
Yo quiero y no puedo
pero es mi cómplice de este viaje.
Lo utilizo para echar las redes del enredo
y sacar a navegar mi fantasía
pero no para imponer
un concepto, una costumbre, una idea.
Como el mismísimo amor,
es universal y sin aduanas esta lengua vuestra y mía.
Y si no que venga Cervantes y lo vea.
© Mariano Crespo Martínez
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