Iba a celebrar a la glorieta
de la diosa Cibeles cada terrenal derrota.
Cualquier arquitecto conoce que un proyecto
de convivencia no se construye
sobre la ruinas de un libro de familia.
Eso es metamorfosear de cucaracha a insecto.
Tarareaba tangos en los bares con pianista
y en el zoo observaba con envidia
como chingaban los chimpancés
sin psicoanalista ni remordimiento.
En los semáforos compraba pañuelos
de papel como el que va de fulanas
o pide asilo en los confesionarios
buscando enormes orejas y breves consuelos.
Los días de lluvia exhibía, para los turistas japoneses,
su tristeza por las aceras,
los parques y las zonas de asueto
subvencionado por el Área de Cultura del Ayuntamiento.
© Mariano Crespo Martínez
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