En el invierno,
en la estación término,
sueñas con descorrer las cortinas
y encontrarte con los que se fueron
al otro lado del recuerdo.
Al portaminas ya le quedan pocas minas, hace frio y viento.
En el invierno
al calor del remordimiento
miras en las agendas
los teléfonos que dejaste de marcar.
Hasta en el presente se conjuga
en pretérito el verbo amar.
Y el futuro es una fecha de caducidad.
Pero en el invierno
tambien tienes la certeza
de que convertirte en viejo
es un asunto imperdonable
de pereza.
Y que la vida merece la pena
porque todavía nieva
sobre el monte de Venus.
MARIANO CRESPO
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