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miércoles, 29 de febrero de 2012
Daños colaterales
La vida deja lamparones en los vestidos.
Por eso huyo de los pulcros.
Los que interpretan los ruidos
suelen quedarse sordos
al silencio requerido.
En los patios de recreo se mofan de los niños tímidos
y les quitan la sonrisa y el bocadillo.
Decía Federico
que la vida no es bella ni noble, ni sagrada,
y le decían mariquita en los corrillos.
Decía don Antonio
que de lo que llaman los hombres
virtud, justicia y bondad
una mitad es envidia
y la otra no es caridad.
Y murió solo en Colliure
sin abrigo que le protegiera del frío.
La vida no es el reino de los discretos,
es el hangar de los astutos.
Cuando el chisme mata los secretos
y no guarda en negro los lutos,
la película es un melodrama,
otorga dicen a quien calla,
- el que no llora no mama -
y las lagrimas son metralla.
En las guerras los daños colaterales
son los más precisos y pretendidos.
Los soldados desfilan pulcros, marciales
y la vida
deja
lamparones
en los heridos.
© Mariano Crespo Martínez
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un poema que nos habla de tal modo que puedo sentirlo "tocarme" mientras me muestra un mundo tan increíblemente maravilloso y absurdo a la vez...
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