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domingo, 26 de febrero de 2012
Nana para mí mismo
Contemplo mi biografía
y me derrumbo.
Me urge confesarlo.
Fui yo quién escondió
al bebé que fui,
y fue robado.
Debo admitir,
que años después,
todavía
le ando buscando.
Y persigo sus sentimientos
por las nanas
que ya no suenan
por los patios.
Por eso miro al techo
y, con la ayuda de sus manchas,
viajo a los países del sueño.
Pido perdón
por dejarle crecer
y convertirme en el impostor
que le suplanta.
En su asesino
por la espalda.
© Mariano Crespo Martínez
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Una furtiva lágrima...
ResponderEliminarnuestro pequeño cadáver. Un beso.
EliminarSeguro que algo queda, que buen poema
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