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miércoles, 22 de febrero de 2012

Testamento amargo


                                   (Dedicado a mi hermano Alfonso Brezmes)

Mi muy querida.

Acabo de dejar las lentes sobre el escritorio.
Ahora froto mis ojos para
espantar en vano el cansancio.
Suena el Impromptu nº 4,
en do sostenido, de Chopin y llueve.
Caen lentamente las gotas y las corcheas
sobre los cristales, los geranios y las sombras.
Ayer repasé el periódico y no vi tu esquela.
Era el ejemplar del 12 de marzo,
el aniversario de mi derrota sin banderas,
y ya he dicho que llovía,
pero no que estaba en zapatillas
sí que sonaba Chopin 

y he omitido
que había una ausencia de gatos.
Con las notas de Federico
te he empezado un cumplido epitafio.
Mas como siempre fuiste imprevisible,
morena teñida,
y no llegaste al recuadro
reservado para que te diera sepultura,
he decidido
- y perdóname el protagonismo -
desaparecer yo solito
y diluirme en un mutis altivo
y rencoroso
a la manera que siempre soñé para ti.

No sería digno

de nuestra manera de entender la vida.
el despedirse al au revoir, a la francesa,
sin dejarte un cabás, una carpeta.
una cajita que, a manera de testamento,-
perpetuase tanto odio.
De tal modo
que al recibo de la corriente
te lego el epistolario
que entre nosotros
transitaron los pájaros,
la distancia y los carteros.
Mata tu tedio leyendo las palabras que plasmé,
y las que no acerté a decirte,
torpe como sismpre he sido,
por perderme en las pajas luminosas
sin ver el grano de la sinceridad.

Releo

yo también
el transcurrir del desafecto.
Busco la fórmula adecuada
para aguijonearte las entrañas,
pues los insultos que me pide el alma
son muy ordinarios
y para ti,
dulce puta,
los quiero extraordinarios.

Tan solo te amé un día,

aquel en que estábamos declarando
un estado de felicidad permanente
y sonaba Georges Moustaki
en el cassete de Juanjo.
Se había muerto Franco
sin tener tiempo de fusilarle.
Desde la alameda
me doy la vuelta
y me marcho.

Que la amargura te siga amargando.


© Mariano Crespo Martínez


                                   






3 comentarios:

  1. Dolorosamente bello Mariano, por qué será que de los momentos mas tristes siempre salen los mas bellos escritos?

    Precioso

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