Si aun estás vivo,
puedes llegar a sentir
que lo peor de esta crisis
no es que poseamos menos cosas,
sino que tenemos demasiados trastos
e ideas caducadas
que nos lastran para el viaje.
El viajero puede saber que s ubica en otro lugar
sin que haya mutado su geografía.
Viajar es tener una estación en la cabeza.
El viajero asimila que nada es ya lo mismo
porque el que se ha desplazado es su paisaje.
En la nueva calle la moneda ya no tiene su valor.
La gente habla un lenguaje que entiendes pero no comprendes.
Hasta el clima te miente.
Creías que estabas en un país prospero
y resides en un lugar pobre.
Sientes unas ganas de volver
a donde nunca estuviste.
El billete es inocente
porque la fecha es correcta.
pero empieza a resultarte extraño
lo que llamabas habitual.
Que no te cause sorpresa
si descubres que viajar
es un fenómeno tan cotidiano y mágico
como asomarse a la ventanilla
de un tren en vía muerta
y que el mundo se desnude ante tu mirada.
Aprender a observar y adaptarse a lo distinto
es la seña de identidad del explorador que llevas dentro y dormido.
© Mariano Crespo Martínez
No hay comentarios:
Publicar un comentario