Albergo desde hace muchos años cautela
sobre la discreción de la luna.
De siempre me ha ensombrecido una desconfianza
sin motivos sobre los que saben demasiado.
Y ahí reside el problema.
Quién no ha llorado a su tenue luz sus penas.
Quién no ha dicho las verdades a su cara.
Quién no la ha hecho testigo
de secretos inconfesables.
Quién no ha jurado por lo más sagrado,
en sus morros.
que no volvería a enamorarse.
Yo he llegado a dejar por escrito que
que hay cosas que la luna y yo solo sabemos.
Cuando empieza la desconfianza, malo.
La luna ya no es lo que era.
No suelo rendirme ante los celos
pero ya nada ha sido igual desde lo suyo con Neil Armstrong.
sobre la discreción de la luna.
De siempre me ha ensombrecido una desconfianza
sin motivos sobre los que saben demasiado.
Y ahí reside el problema.
Quién no ha llorado a su tenue luz sus penas.
Quién no ha dicho las verdades a su cara.
Quién no la ha hecho testigo
de secretos inconfesables.
Quién no ha jurado por lo más sagrado,
en sus morros.
que no volvería a enamorarse.
Yo he llegado a dejar por escrito que
que hay cosas que la luna y yo solo sabemos.
Cuando empieza la desconfianza, malo.
La luna ya no es lo que era.
No suelo rendirme ante los celos
pero ya nada ha sido igual desde lo suyo con Neil Armstrong.
© Mariano Crespo Martínez
.....sin embargo, desde lejos te observa silenciosa y de cuando en cuando te baña con su luz llena. Como recordándote que ella sigue ahí. Que aún te espera todas las noches. Que le gusta enamorarte, guardar tus secretos, acariciar tu piel.......prestarle su brillo a tus lágrimas. Gacias por compartirnos pedacitos de tu corazón en lo que escribes poeta. Un beso.
ResponderEliminarGracias. Un beso para ti, lunática convencida.
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