En el tiempo en que yo era un niño a juego
con el barrio pobre en que residía,
teníamos una envidia gigante a un vecino
al que los proveedores visitaban dos veces,
una para servirle,
otro para embargarle.
Los niños jugábamos con las cajas
de los electrodomésticos de ida y vuelta
-convertidas en escudos, automóviles, chozas-
que aquella casa nos deparaba.
Nosotros éramos niños de cartón,
envases de inocencia,
conocedores de que menos da una piedra.
Teníamos cariño a aquel vecino
porque, en mi barrio.
los proveedores nunca nos regalaron
un juguete ni por Reyes ni por magos.
Son raros los mecanismos que te hacen reconocer a tus cómplices.
envases de inocencia,
conocedores de que menos da una piedra.
Teníamos cariño a aquel vecino
porque, en mi barrio.
los proveedores nunca nos regalaron
un juguete ni por Reyes ni por magos.
Son raros los mecanismos que te hacen reconocer a tus cómplices.
© Mariano Crespo Martínez
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