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lunes, 30 de junio de 2014
Letra pequeña
Cuando demandé fortuna olvide decir buena o mala.
Si quieres volar pide volar
no pidas alas,
Observa con piedad a mis hermanas moscas
su penar por una respuesta inadecuada.
Pocas veces se está lúcido
cuando la magia pasa.
Los ángeles de la guarda son cortos de vista
y nunca ven las pequeñas cláusulas.
Cuando demandé “Fortuna” ya no fumaba.
© Mariano Crespo
domingo, 29 de junio de 2014
Lección
Hay años de resaca y niebla
de tabaco negro y miseria
a los que el piadoso recuerdo
da una mano de pintura de pureza.
Una época con la costumbre de vivir
bajo la influencia de la luna
que me hizo adicto al amor de garrafón
y a la poesía de altura.
Tiempos en que quise ser sublime
y me arrastré por la vida sentimental de las ratas
en el laboratorio en donde se prueban las vacunas.
Lo único bello de aquella lección
es la memoria de las mujeres que dijeron que no
a un tipo como yo
al que le faltaba un hervor,
una caída en picado
y la llegada de esa mirada
que tiñe de rojo intenso
el pálido gris del corazón.
© Mariano Crespo
miércoles, 25 de junio de 2014
Vita
A quién le importa lo que yo pienso.
A mí, desde luego, cada día menos,
Y cada hora más por qué lloran los niños
y dónde está la diosa que reparte los recuerdos
que humedecen la mirada de los viejos.
Y me preocupa la epidemia de tristeza
la rutinaria lealtad al desencanto
la falta de condimentos en los besos
el exceso de ensayo de la muerte
cuando la muy puta siempre termina improvisando.
Me sorprendo luego existo.
Estoy vivo
y mi curiosidad
es si es así o así me pienso.
A quién le importa la lluvia cuando está en el teatro.
A quién le emociona la música ausente del concierto.
© Mariano Crespo
lunes, 23 de junio de 2014
Regreso
A los 18 años
abandoné la casa de mis padres.
Hubo noches en que tuve necesidad del regreso.
Hay dos problemas.
No tengo máquina del tiempo
Son poco acogedores los cementerios.
© Mariano Crespo
abandoné la casa de mis padres.
Hubo noches en que tuve necesidad del regreso.
Hay dos problemas.
No tengo máquina del tiempo
Son poco acogedores los cementerios.
© Mariano Crespo
jueves, 19 de junio de 2014
20 años
Cuando tenía el andar canalla
por seguir el rastro a las hembras
bebía ginebra británica
leía poesía francesa
gastaba amigos con gafas
que me llevaban a la filmoteca
conversaba con la luna
y me quedaba en casa
los días de fiesta
porque no aceptaba órdenes
ni para ir de juerga.
por seguir el rastro a las hembras
bebía ginebra británica
leía poesía francesa
gastaba amigos con gafas
que me llevaban a la filmoteca
conversaba con la luna
y me quedaba en casa
los días de fiesta
porque no aceptaba órdenes
ni para ir de juerga.
Lo celebro como la época
en que aprendí más de lo femenino
por observación discreta.
A las mujeres como a las aves
si se las enjaula pierden la belleza.
Pero quién no ha robado flores
de los parques para adornar su mesa.
© Mariano Crespo
martes, 17 de junio de 2014
Compañías
Viví con un perro de Bilbao
con el que hablaba en euskera
porque no entendía el castellano
y no aceptaba órdenes
en la lengua del Estado.
Viví con una perra,
chucha como yo,
que sabía hacer teatro.
Viví con un pastor alemán
que cuidó de mi sobrino
salvaje de dos años
que le perseguía
y le hacía esconder
entre las piernas el rabo.
Viví con un jilguero,
al que adoraba mi padre,
porque era, como él, socialista
le había llamado Felipe
y le gustaban las pájaras
aun teniendo un montón de años.
Viví con un puñado de peces
a los que puse nombres de parientes
y mi hijo vio morir a toda la familia
y aprendió que poner punto final
es tan solo quedarse flotando.
Por lo demás,
he tenido suerte con las mujeres
por lo que no me ha hecho falta recurrir a gatos.
© Mariano Crespo
con el que hablaba en euskera
porque no entendía el castellano
y no aceptaba órdenes
en la lengua del Estado.
Viví con una perra,
chucha como yo,
que sabía hacer teatro.
Viví con un pastor alemán
que cuidó de mi sobrino
salvaje de dos años
que le perseguía
y le hacía esconder
entre las piernas el rabo.
Viví con un jilguero,
al que adoraba mi padre,
porque era, como él, socialista
le había llamado Felipe
y le gustaban las pájaras
aun teniendo un montón de años.
Viví con un puñado de peces
a los que puse nombres de parientes
y mi hijo vio morir a toda la familia
y aprendió que poner punto final
es tan solo quedarse flotando.
Por lo demás,
he tenido suerte con las mujeres
por lo que no me ha hecho falta recurrir a gatos.
© Mariano Crespo
domingo, 15 de junio de 2014
Correspondencia
Está mañana
le explicaba a mi hijo
frente al viejo edificio de Correos
cómo era el mundo
cuando franqueábamos los diálogos
y les mandábamos a ver mundo
y conocer carteros.
Luego de manera intempestiva
me ha invadido la tarde entera
un sentimiento lleno de hilos
como las telas de araña que tejían las abuelas
para los altos de los muebles
y los centros de mesa.
Quedé atrapado
en el pensamiento absurdo
de lo perecedero o caduco
que se podía tornar un sentimiento
en una larga noche de tren
o ignorando una traición
mientras transbordaba aeropuertos.
No he sabido explicar a mi hijo
que ahora las mentiras no tienen coartada
y que tal vez por esa supresión del tiempo
el pudor ha emigrado de los diálogos
los impulsos sustituyen a la descripción del deseo
y la gente habla y no para en correos
pero dice inmensamente menos.
Y eso cuando no opta por enviar un muñeco
para no realizar el anacrónico acto
de verbalizar una idea o un sentimiento.
Ese proceso de comunicación tan poco moderno.
© Mariano Crespo
viernes, 13 de junio de 2014
Hambre
Quiero romper
con mis manos
la paz de tu vientre
y ver como se derrumba ese orden
tan plácido de poros y de flores.
Y ver nacer de manera convulsa
otro hermoso orden
tras los volcanes
y los gritos sofocados
cuando el cuerpo se recompone.
Y que haya paz
hasta una nueva hambre
y otro desorden.
© Mariano Crespo
© pintura de Luis Eduardo Aute
la paz de tu vientre
y ver como se derrumba ese orden
tan plácido de poros y de flores.
Y ver nacer de manera convulsa
otro hermoso orden
tras los volcanes
y los gritos sofocados
cuando el cuerpo se recompone.
Y que haya paz
hasta una nueva hambre
y otro desorden.
© Mariano Crespo
© pintura de Luis Eduardo Aute
martes, 10 de junio de 2014
Aproximación
Soy grafólogo,
tengo conocimientos
de propagandista de quimeras
y en un curso sobre guardar la ropa,
aprendí a nadar de espaldas
para charlar con las nubes
y acurrucarme en la vereda.
Ejerzo de heterosexual
y creo más en la pareja
que en la escalera de color.
No malgasto en sexo barato
pero por un beso de amor
y una mirada con doble fondo
si hay que morir, mato.
Me fascinan las luces de neón
las tiendas de variantes y ultramarinos,
el olor del vientre en flor
el cine raro francés
y el teatro argentino.
Me emociono con el circo,
la cadencia de negros y gitanos
y el fútbol elegante
de los que por falta de furia
calientan el banquillo.
Puedo concebir un planeta
sin azul y cuadrado
pero no sin poetas
postre, niños,
e insubordinados.
He sido camarero,
vendedor de cursos de inglés,
portador ilegal de muertos,
nacionalista periférico
y concursé con una vaca
en un certamen de pechos.
Tengo cierta
tendencia a la traición ética de tribu.
Estoy por pensar
que me apuntaré a los otros
si alguna vez llegan al poder los míos.
Ay, amor, esa leal sospecha
para confiar más en mis pasos
que en mí mismo,
de renunciar a la doctrina
cuando me lo pide el instinto.
© Mariano Crespo
tengo conocimientos
de propagandista de quimeras
y en un curso sobre guardar la ropa,
aprendí a nadar de espaldas
para charlar con las nubes
y acurrucarme en la vereda.
Ejerzo de heterosexual
y creo más en la pareja
que en la escalera de color.
No malgasto en sexo barato
pero por un beso de amor
y una mirada con doble fondo
si hay que morir, mato.
Me fascinan las luces de neón
las tiendas de variantes y ultramarinos,
el olor del vientre en flor
el cine raro francés
y el teatro argentino.
Me emociono con el circo,
la cadencia de negros y gitanos
y el fútbol elegante
de los que por falta de furia
calientan el banquillo.
Puedo concebir un planeta
sin azul y cuadrado
pero no sin poetas
postre, niños,
e insubordinados.
He sido camarero,
vendedor de cursos de inglés,
portador ilegal de muertos,
nacionalista periférico
y concursé con una vaca
en un certamen de pechos.
Tengo cierta
tendencia a la traición ética de tribu.
Estoy por pensar
que me apuntaré a los otros
si alguna vez llegan al poder los míos.
Ay, amor, esa leal sospecha
para confiar más en mis pasos
que en mí mismo,
de renunciar a la doctrina
cuando me lo pide el instinto.
© Mariano Crespo
domingo, 8 de junio de 2014
Literatura y tecnología
Hay un pequeño
artilugio
que entorpece una gran parte
de las historias que me conmueven
y gracias a las que escribo
y hablo con las flores si es preciso.
Se llama móvil o celular
y casi todo lo hermoso
sucedió en una vida remota
en la que yo ni tú ni nadie
estaba localizable
y bajo su dominio.
Soy lo que soy por estar perdido
en algún jardín
o laberinto.
Vivir es la posibilidad de perderse
y que el deseo y el azar
de la mano
me lleven a ti
por el olfato
o por el oído
En los tiempos remotos
en que leíamos a Julio
no precisábamos el número de la Maga
ni el mapa de París,
solo saber leer
y viajar
con los ojos cerrados.
Sin nadie que llamase e interrumpiese el engaño.
© Mariano Crespo
que entorpece una gran parte
de las historias que me conmueven
y gracias a las que escribo
y hablo con las flores si es preciso.
Se llama móvil o celular
y casi todo lo hermoso
sucedió en una vida remota
en la que yo ni tú ni nadie
estaba localizable
y bajo su dominio.
Soy lo que soy por estar perdido
en algún jardín
o laberinto.
Vivir es la posibilidad de perderse
y que el deseo y el azar
de la mano
me lleven a ti
por el olfato
o por el oído
En los tiempos remotos
en que leíamos a Julio
no precisábamos el número de la Maga
ni el mapa de París,
solo saber leer
y viajar
con los ojos cerrados.
Sin nadie que llamase e interrumpiese el engaño.
© Mariano Crespo
sábado, 7 de junio de 2014
Dualidad
Yo soy dos republicanos.
Uno, convencional,
un simple ciudadano.
Y el otro de carácter mágico.
De los que cree que la república
trae todos esos sueños y deseos
que suelo pedir a los Reyes Magos.
© Mariano Crespo
miércoles, 4 de junio de 2014
El progreso
Por el pueblo de mi madre
no pasó el ferrocarril,
tampoco levantaron aeródromos
sin aviones
excepto los de papel.
de los que yo era piloto en la era.
Por el pueblo de mi madre
se detuvo más la peste porcina
que los cerdos.
Les ignoró la guerra civil
y por tanto, no eran, de recibo.
los 25 años de paz.
Me dirán que están relegados
a un punto diminuto del mapa
en los lindes de la historia.
Más en una generación
en la que nos castigaron a casi todos,
en mi pueblo nunca mintió en la hora
ni el reloj del campanario.
Era muy tozudo
y hasta los más viejos del lugar
le recuerdan siempre parado.
Y les diré que mi abuelo
tuvo el honor de ser un dios menor
al que no engañaron jamás
porque, sabido es,
los dioses menores no creen ni en ellos mismos
como, para además, llamarse a engaño.
© Mariano Crespo
lunes, 2 de junio de 2014
Crónica
A
Kafka que me alivió la adolescencia.
A Paloma que hace parecer rutina esta locura.
Habíamos quedado
en besarnos un lunes,
aterricé en sus labios
un martes por la noche
pero a ella y al cielo de su boca
le pareció un plazo razonable.
Teníamos pensado,
detalladamente,
que lo nuestro duraría
el tránsito leve
entre morir, matarse, pasear
y cepillarse los dientes.
En apresurados 30 años,
siglo abajo o arriba,
le conté y me narró
todos sus viajes de ida
desde la panadería de enfrente hasta la Conchinchina.
Cortó una cinta de tela
inaugurando cada arruga reciente.
Tuvimos silencios, desastres
casas, mares, planetas,
un calendario y disputas.
Lo corriente
Ayer quedé para dejarla
pero no acudí.
Era lunes
y yo solo me suicido los martes.
Espero que considere el plazo irracional
no me espere
y vaya a ver a su madre.
© Mariano Crespo
A Paloma que hace parecer rutina esta locura.
Habíamos quedado
en besarnos un lunes,
aterricé en sus labios
un martes por la noche
pero a ella y al cielo de su boca
le pareció un plazo razonable.
Teníamos pensado,
detalladamente,
que lo nuestro duraría
el tránsito leve
entre morir, matarse, pasear
y cepillarse los dientes.
En apresurados 30 años,
siglo abajo o arriba,
le conté y me narró
todos sus viajes de ida
desde la panadería de enfrente hasta la Conchinchina.
Cortó una cinta de tela
inaugurando cada arruga reciente.
Tuvimos silencios, desastres
casas, mares, planetas,
un calendario y disputas.
Lo corriente
Ayer quedé para dejarla
pero no acudí.
Era lunes
y yo solo me suicido los martes.
Espero que considere el plazo irracional
no me espere
y vaya a ver a su madre.
© Mariano Crespo
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