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domingo, 27 de mayo de 2018

APETECE ECHAR UN TRAGO ANTES DE VIVIR



                     Para Olga Manso


La gente confundimos en la vida
entra echar cuentas y hacer balance,
entre los proyectos y los sueños,
entre el confort y el deleite,
entre el suelo y el alcantarillado.

Ponte las bragas
y te explicaré la diferencia
entre el parto y la defunción
estamos en el lugar de los hechos
y Eros se acabó y veo más cerca a Tánatos.

Siempre me apetece fumar después de morirme.
y echar un trago al saber que no será la última vez.

La tristeza de estos versos
me la dedico a mí
y todos los que respiran después de muertos.


Mariano Crespo


             
 

martes, 15 de mayo de 2018

VEINTE


Tal vez veinte años no sean nada
pero en veinte minutos tienes vidas
suficientes para el éxtasis y el asco,
para la euforia y la derrota.

En veinte minutos cierras unos ojos,
abres unas piernas,
fundas un naufragio,
destruyes primaveras.

En veinte minutos
aprendes las palabras
que no tienen idioma
porque nadie las habla
aunque todos las sueñan.

En veinte minutos te arrepientes
de lo que no confiesas.

En veinte minutos pierdes vuelos
que, con tu ausencia,
no se estrellan.

En veinte minutos
florecen los cerezos
en donde tu cereza te piensa
y hace suya tu cabeza.

En veinte minutos tienes una cita
a la que llegas demasiado pronto
aunque nunca llegas.

Tal vez veinte años solo sean
el tiempo de reposo
para veinte minutos de encuentro con el sol
la noche, el espanto y la belleza.

Mariano Crespo  




                                                   

domingo, 13 de mayo de 2018

Lluvia

                                


Algunos, los más tristes, 
de los que miran la lluvia 
como yo, ahora, por la ventana,
 
me comprenderán a la primera:
No hay que perdonar
a algunas mujeres 
para amarlas.
Hay que perdonarse 
uno
y que las circunstancias
se jodan.

Alguna mujer mirará ahora la lluvia.

Mariano Crespo 



           


              




viernes, 11 de mayo de 2018

CUANDO UNA MUJER


Cuando una mujer
- por poner un ejemplo, la nuestra-
proclama que necesita estar sola
quiere decir que no soporta tu ruido,
que tu corazón que hasta ayer era música
ahora es un molesto martillo de latidos.
en la pared del amor vecino.

Cuando una mujer
- la tuya por poner un caso-
dice que necesita tiempo
lo que precisa es el vacío de tu terreno.
Esto lo aprendí en barras de bar
que parecían celdas de castigo
y en los que, aunque lo suplicaras,
no te servían con la copa de piedad
el aperitivo de veneno con olvido.


Mariano Crespo

         
 

jueves, 10 de mayo de 2018

FE de ERRATAS



                                   A las mujeres, a todas, no concibo la vida sin ellas


Esa absurda necesidad de ser mayor.

Ser un niño cuando una mujer esperaba un hombre.

Aprender muy tarde que conocer a fondo a las personas y descubrir los más íntimos secretos de uno se llama decepción.

No haber suplicado a aquella mujer que me apresase, porque la libertad es, en ocasiones, la asesina de la felicidad.

Las conversaciones tan hermosas que he tenido con mi padre habiendo esperado a que ya estuviese frío, muerto.

Ser tan cretino por juzgar a mi madre por haber sido mejor mujer de acción y rompe y rasga que madre.

No haber dicho a mis correligionarios que estaba dejando de creer en ellos y eso me hacía sentir más auténtico.

Haber dejado al tiempo y los dioses matar
a quien yo tenía que haber disparado una rosa en la sien.

Huir por la espiritualidad cuando ella demandaba un macho.

No lograr hacer sentir a mis hijos que moriría y mataría por su sabiduría, salud y felicidad.

No haber escupido en la boca a alguien porque no era un hombre y presumir de creer en la igualdad.

Obtener tal lucidez bebiendo que me haya costado tanto alejar de mi vida el alcohol.

Callar cuando es la primavera de las palabras y predicar cuando es el otoño de los silencios.

No creer en dios, en dioses, cuando me siento tan frágil.

Desconocer la papiroflexía, la física cuántica y el punto "g".

No haber sido nunca el hombre que imaginaron los que me quisieron y las que me desearon.

Alcanzar la vejez a la vez que pierdo la fe en mi inmortalidad.

FE DE ACIERTOS
Pasito a pasito voy aprendiendo a amar
hasta que llegue al mar y se acabe el paseo.


Mariano Crespo



               

lunes, 7 de mayo de 2018

LA FAMILIA



La familia es un armario lleno de cadáveres
que hieden por navidad
y por todos los santos huelen a flores.

La familia es un abrigo que pica
y que protege
hasta que sabes que te identifica
y que te anula.

La familia es ese gusto por mandar
y obedecer
al que llamamos orden.
Por asesinar al padre y a la madre,
o llevarlos a los altares,
que es igual pero no es lo mismo
porque es un trabajo más limpio.

La familia es una vocación suicida de hacer de dioses.

Por eso don Vito nos parece tan cercano.

Por eso hay mañanas que nos levantamos Corleone.

La familia es una secta.

Un lugar de cuyas cercas es sano escaparse
si no se comete la torpeza
de perpetrar otra cerca, una secta nueva,
como comúnmente se hace.

La familia es el arroz en día de bodas
y la tierra y el reparto en día de luto.
La familia es el esperma, el ovario y el revolver.

La familia es la soga en la casa del ahorcado.

El silencio cómplice.

La llamada de la sangre.

Además de eso,
en ocasiones,
nos parecemos físicamente,
lo que nos jode.

Mariano Crespo 





             

CIUDAD EN LA QUE NO RESIDO

 © "Gran Vía", pintura Antonio LÖPEZ, (la mejor postal de Madrid, si llegabas un domingo por la mañana cuando había trenes nocturnos.

Siempre enseñamos
una ciudad que no es la nuestra.
Un recorrido de alivio
por templos y museos,
parques y calles con nombres
de muertos ajenos.
Nuestra vida no coincide
con lo que reflejan las guías,
Lugares que han desaparecido
sin dejar razón del callejero.
No existe el horno de pan
donde daban un bollo recién hecho
al niño rubio de ojos claros
que era el hijo de los porteros.
No tiene barco pirata
el patio del colegio
en el que subía al palo mayor
en cada travesía o recreo.
No está el kiosco de prensa
ni el viejo con bata gris
que me daba los cromos
y los domingos el TBO.
No he vuelto a saber
del guardia de la porra
que paraba el tráfico
para llamar guapa a mi prima
que ruborizada aceleraba el paso
y me prohibía contarlo en casa.
Hace lustros que no veo
a aquel cura viejo
al que besaba la mano
empujado por mi madre
y él me regalaba un caramelo
y la estampita de un santo.
No tengo noticias
del tranvía que pasaba por Recoletos
y cuyo revisor me solía dar
la matriz de los billetes
que fueron mi primer cuaderno.
Por no hablar
de los rincones secretos
cuando la juventud
ponía incandescentes
los neones y los gametos.
Cines de butaca tórrida,
hostales sin estrellas
pero con derecho a cielo
y buhardillas con gato
hostil y gata en celo.
Los rincones de las citas
las miradas clandestinas
Neruda y las margaritas
las estatuas en que mentimos
las carreras que no hicimos
por correr en la avenida.
Las monumentales historias
De dos tres o cuatro días,
las promesas de amor eterno
que tienen su alcantarilla
sus lágrimas de recuerdo
y la letra de un bolero.
Podrás visitar mi ciudad
y como turista despistado
recorrer precipitadamente
los rincones en que me detengo.
Tengo una colección de postales
de Madrid que nunca enseño
porque no había fotógrafo de cámara
en las esquinas de donde procedo.
Y si lo hubiera habido
estaría escondido en un sueño.

Mariano Crespo 





viernes, 4 de mayo de 2018

CONJETURA CON APELLIDO


Descartada París 
y las cigüeñas exentas,
digamos que la polinización
de los agujeros negros
y la Vía Láctea
en el Monte de Venus
sin dejar de atribuir méritos
a la noches locas
por la cara oculta de sus senos
y de la luna
sumados al efecto placebo
de Pink Floyd
sobre los teóricos
cuando están ebrios.

Entonces,
ya te digo,
por una centesimal probabilidad
en la ruleta del juego,
entre un guisante verde liso
el alfa y la omega
el limbo cerrado
equis y equis
equis e y griega
yo me lo como
yo me lo guiso
de la chistera
extraigo una flor
y estaba él
vulnerable
y protegido
sobre su madre
con el sexo herido.
Una criatura,
una conjetura
a la que di mi apellido.

Mariano Crespo