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lunes, 31 de diciembre de 2012

La luz







"Hay momentos en la vida de la gente en los que lo único que importa es la luz, seguir la luz, conquistarla, robar un poco de luz para vivir en ella. El resto del tiempo puedes hacerte preguntas, creer en la belleza, en el amor, en el éxito, en la paz, en una misión mundana o en la satisfacción de ti mismo, y puedes esperar tu salvación o renegar de ella, trabajar o dormir, da lo mismo, pero cuando todo se cierra, cuando las ventanas se entornan para que veas el polvo amontonado encima de los muebles, lo único que importa es la luz, que esconde la realidad al iluminarla, y es gratuita, e inaccesible a la vez".

(Te llamaré viernes) 1991
  Almudena Grandes



Y será ese día.
Ese que carece de santo en su memoria.
Ese que internacionalmente conmemora nada.
Ese que no es laborable ni festivo.
Ese que se oculta en las bolas de cristal de las brujas.
Ese que en los posos de café no comparece.
Ese que serpentea y no es serpiente.
Esa que no tiene poeta pero sí profecía.
Ese que muerde con la lengua porque no tiene dientes.

Malditos aquellos para los que sea bendito ese día.
El último que la luz apague
o la encienda
si la encuentra.

Te llamaré Viernes.



© Mariano Crespo Martínez





               

                               

domingo, 30 de diciembre de 2012

El inexistente rastro a perfume del adiós





Los finales duelen.


Hay una pausa, unos segundos, la duda
de cambiar un seco punto y final por una piadosa coma.


Los finales no huelen.



Las mujeres a las que dije adiós carecían de aroma.




© Mariano Crespo Martínez








                             

sábado, 29 de diciembre de 2012

Protegido por la luz




Mis enemigos me honran
hurgando por los rincones oscuros sin hallarme.
Me sobrestiman pertinazmente.



Un afortunado día,
a buen seguro laborable,

darán con mi fantasma de cuerpo presente.


El único lugar seguro,
amplio y confortable,
resulta ser mi escondite bajo la luz.

Allí soy inexpugnable.

Lo evidente es la mejor guarida
contra cazarrecompensas de la escuela del avestruz.


Nunca creas un cuento contado por contables.



Mi leyenda no es mi vida.
Ellos lo ignoran. Lo sabes tú.


Bajo la luz, como bajo las alfombras, no mira nadie.





© Mariano Crespo Martínez
©
fotografia de Mercedes de Rueda






                     

viernes, 28 de diciembre de 2012

Adivina quién viene a desvelarte esta noche



                                           "Sólo una cosa no hay. Es el olvido".
                                  Everness. JORGE LUIS BORGES



Los bebés tienen una identidad sin señas
el breve tiempo que a cualquier estímulo atienden.

Una mañana dicen papá o mamá
y el anonimato desaparece.

Los padres te llaman por un nombre

al que terminas por atender

cuando llega a tus oídos.
Es el verbo de tu verbo ser.

Es posible que el número del Registro fuera más recomendable.


Pero ese nombre propio,
digamos que Mariano,
va construyendo en tercera persona

una biografía selectiva de recuerdos y vacíos.
Desordenada, te marca a fuego
lo efímero, lo agudo, lo crónico.
Los primeros fríos del invierno,
la fiebre debutante de estío.

 

Mariano ama, lee, llora, viaja, se acatarra...


Con un momento crucial:
el de la elección de la amistad
y la eliminación de otros testigos.



 Mas el olvido no existe.
La historia universal no ignora tus desaparecidos.


Los descartados por tu memoria,
los proscritos de tus afectos
aportan datos al Registro.


Conviene para no confundirse
que la biografía de tu nombre no difiera de la de tu número.

En lo heroico, en lo trivial, en lo mezquino.


La noche es el momento idóneo para cotejar datos.
Con la luna por testigo.



© Mariano Crespo Martínez







                        
                         

jueves, 27 de diciembre de 2012

Con las alas en el suelo




                                            "Ángel fieramente humano"
                                             
Blas de Otero


La Biblia en verso pudieras escribir
y no rozar la poesía
sino la nada.

La labor del poeta es fieramente humana, luego sagrada.


© Mariano Crespo Martínez
©Imagen 2011-2012 *SandraMJ







                              
                          

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Rito de invocación




Era más espiritual que espiritista.

No veneraba más dios que su caverna
ni más templo de adoración
que ella y el alfa y omega de su entrepierna.

En noches de proclives lunas,
cuando de la ley de la gravedad  el peso
sucumbe a la rebeldía elevada del deseo,
practicaba la ija.

Invocaba en la doble ojiva de su sexo,
sustituyendo el vaso por la enloquecida lengua,
las embriagadoras seis letras:
p
l
a
c
e
r

En la mitad de un estremecimiento
                                        comparecía el gemido de Eva          
               de regreso al paraíso
                        con los ojos de sol poniente
y la boca llena de arena,
seca y caliente.



© Mariano Crespo Martínez





          

martes, 25 de diciembre de 2012

La extraña génesis de la conciencia



Albergo dudas del instante en el que mi mirada optó por la izquierda,
guiñando el ojo derecho que, en su condición de diestro
y adiestrado solo mira lo que conviene y le interesa.

(De lo que estoy muy seguro
es que no abandoné la idea cumplidos los cuarenta).

Bien podría haber sido cuando empecé a odiar
el juego en que se gira, alrededor de sillas,
corriendo y, al sonido de un grito o de un silbato,
se sientan todos menos el que no es competitivo
o es sordo o es el menos rápido.

No tiene asiento y está eliminado.

El gordito y el gafotas eran eméritos candidatos.

Ese juego mezquino de la injusticia por sorpresa
es el que me cambió la idea de ser bombero
por la mucho más peregrina de pertenecer al Comité de Empresa.



© Mariano Crespo Martínez



            
             

lunes, 24 de diciembre de 2012

Descargando flores en tu morada




No aprendí a hacer el amor como los de ciencias
ni como los de letras.

Amante soy de maestría industrial.

Transportista.

Conductor que sabe lo que se trae entre manos
y con conocimientos de mecánica.

El clásico vocacional
que supendió la teoría
porque no sirve a la hora
de salir de la autovía.

Como los camioneros expertos
gozo en llegar a ti por el laberinto de los barrios viejos
en donde la precisión es parecer que rozas o arañas
y acaricias sin dejar evidencias.
No guardo huellas de amor en la carrocería,
Maniobro a conciencia


Despisto al parterre sin lastimar la botánica
en la entrada de tu boulevard
y enfilo la calle
sobre la que empapé de lluvia las aceras

a base de tacto al volante.

Ya todo es jugar con la caja de cambios
y desembragando.

Sin aceleración ni atajos,
dejando que la máquina vaya cómoda
para descargar la mercancia de flores
en el momento óptimo
en el que los semáforos parpadean.


Cuando más frescas.
y con más alegría
las acoges
sin que importe si te vienen o llegan.



© Mariano Crespo Martínez






                  

El hombre invisible




Alguna vez soñé
con ser el hombre invisible.
(casi siempre, es triste decirlo,
para hacer cochinadas
sin ser reconocido).

Los sueños, puñeteros, se cumplen.
En todos los sentidos.

Ahora, la pesadilla concluye
con que ataca
la orquesta tu música
y las muchachas,
cuya belleza te estremece las piernas,
parecen no verte.

Y tú estás ahí, tarareando la letra,
solo, en el centro de la pista,
esquivando a las parejas
para que no tropiecen con una sombra que se te parece.


© Mariano Crespo Martínez





               

domingo, 23 de diciembre de 2012

Tu destino se llama como tú






Ni en odios ni en amores
nada es casual.

Los malos pagadores y perdedores
tienen ceguera de causas y efectos
viven de espaldas al libre albedrio
para el bien y el mal.


Lo que acecha tu corazón tiene buenos asesores.

Tu destino se llama como tú, como yo el mío.

Y lleva nuestros apellidos.



© Mariano Crespo Martínez







             
                           

sábado, 22 de diciembre de 2012

Cuando el candor se nubla



La belleza oculta un cementerio.

No es imaginable mayor traición,
- con el atenuante de ignorancia del misterio-
que la perpetrada a la promesa de amor eterno
camuflada en el candor en retirada
                                                      del beso
                                                           primero.


Cuando el candor se nubla

regresa el ángel a su vulgar vuelo de efímero pájaro.



© Mariano Crespo Martínez


   

                

martes, 18 de diciembre de 2012

El pueblo en que levantaré mi casa.




No tengo casa, pero llegaré a tenerla.

Como me parece vulgar empezarla por el tejado
la he comenzado por el pueblo.

Una villa en la que mi mente ya está empadronada
y que tiene más de lo que precisa un hombre con mis vicios y costumbres.

Juzguen ustedes.

Hay un escudo señorial que si lo acaricias brota la amapola del olvido.
Hay un campanario con nido de cigüeña instalado en mi reloj.
Hay un guardia de farmacia repartiendo libros de Vallejo.
Hay una torre inclinada al paso de las muchachas en flor.
Hay un cura, dos curanderos, tres brujas y un tele-club.
Hay una noticia que corre de boca por vacante de pregonero.
Hay una princesa consorte casada con el concejal de cultura.
Hay palacio de Justicia con juez de aquí paz y después gloria.
Hay un cementerio a la espera infructuosa de su muerto inaugural.
Hay vecinos bárbaros que lloran en el cine y los bautizos.
Hay una brigada de hombres-bobos que se transforman en sabios por luna llena.
Hay una general en huelga y un cabo de puesto sin cuartel.
Hay una virgen –dicen las malas lenguas- sin romería.
Hay una víbora de boca venenosa pero no muerde y es forastera.
Hay un astronauta empadronado que nos cae por Nochebuena.
Hay un sota, un caballo y un siete de copas trabajando de carteros.
Hay niños, rifas, paloduz, rio, lagartijas, cromos, chapas, peonzas y ranas.
Hay vacas lecheras y vacas que prefieren tomar café.


Hay un cronista oficial de la villa
que es quien esto firma y rubrica.


© Mariano Crespo Martínez
Del pemario
"Bailando con Charlie Parker y otros secretos voluntarios"


                      http://www.casadellibro.com/libro-bailando-con-charlie-parker-y-otros-secretos-voluntarios/9788492848485/2034553

lunes, 17 de diciembre de 2012

Confidencias con mi sombrero





"Atrévete conmigo.
Soy joven.
Tengo mucho deseo que perder."

"Bajo la lluvia equivocada"
VANESA PÉREZ SAUQUILLO


Cuando anochece en las pupilas,

al cobijo del fuego sin chimeneas,
mi sombrero  me confiesa,
con voz ebria
y gesto indiferente

que se cuenta la feria como le va a cada uno en ella,

que, diga lo que diga la gente, va donde quiere
Vicente,

que no son iguales las maneras que los modos,

que hermosa no es ni parecido a bella

y que, para concluir, nunca llueve a gusto de todos.


Mi sombrero cuando bebe se pone obvio.


Yo, que no soy de disputas sin precio,

le miro a las alas y, con gesto de aprobación, asiento.
Alguien que vive en mi cabeza no puede ser un necio.


Pero tan solo en lo de la lluvia estoy plenamente de acuerdo.

Es común hacernos responsables de ello
a los que residimos en las nubes,
pero el asunto es de complicado arreglo.


Los dioses que saben de esto
hacen sordina a los rezos.


Es improbable que caiga la fortuna en cada casa
porque tocamos a un pueblo por cada tonto por ciento.


Lo que resulta vulgar para ti,
a mí me sobrepasa
y me lleva al estremecimiento.


Santos hay que coleccionan blasfemias
e incluso algún santo benéfico
pero el santoral, amigo mío, no es neutro.


En el mismo lecho o idéntico
lo que a algunos da placer
a otros les germina cuernos.

La cuestión no es ser o no ser,


La cuestión es ser Caín o ser Abel.


Ser de curso legal o venir del estraperlo.


A la mujer del Cesar no le basta con ser perversa
y se acuesta con un notario
para levantar acta y parecerlo.

Lo que es verdad a la inversa
no se sostiene al derecho.

Cuando el dolor os da tregua llega la ruina al farmacéutico.

Solo dicen que hay unanimidad de criterio,
y sobre una biblia no haría juramento,
en las reuniones anuales de vecinos del cementerio.

Algunos están en el duelo
mientras hay quien pone el cazo.


Alguien yace en el suelo para que otro levante el brazo.

Ahora que, feliz y con tiza,
soy tonta risa y estoy tonto,

estaré provocando
algún ardor de estómago.


La muerte me aguarda sin prisa.
Por más que relojes impíos
proclamen que ya es muy tarde
la he convencido de que, para mí, es demasiado pronto.


Luego digo te quiero,
cuando quería decir buenas noches
y susurrando le pido
un beso a mi sombrero,
que se deja llevar
porque ya, hace un buen rato, cayó (y calló) rendido.




© Mariano Crespo Martínez



              

          


          

                    

Propósito peruano




"Y el último hombre dijo:
— El momento más grave de mi vida no ha llegado todavía"

                               "Poemas Humanos" CESAR VALLEJO



¿Tiene usted una meta?


Llevo años estudiando para saber
                                                      mirar.

Cuando aprenda a escribir
                              quiero ejercer

          el oficio
                        de poeta.

Cuando aprenda a descifrar,
                                     a leer,
                                       a volar la cometa.

No aparte de mí esta cáliz, César.


© Mariano Crespo Martínez




               
                      

domingo, 16 de diciembre de 2012

Nana para convocar al sueño



La espuma del mar y las caracolas
fueron en el principio.


En siguientes jornadas nacieron
las algas, los peces y las sirenas
que crearon la palabra
y los tiovivos de las verbenas.


Vinieron los viajeros,
los barcos,
los puertos
y las luciérnagas.

¿Dónde está eso?

En nuestro pensamiento
un instante antes de que llegue el sueño.

¿El mar es tan viejo?

Las olas,
dice el marino, son las arrugas
del mar.

Son las del marino, yo pienso.

Subido a una banqueta
con voz de profeta
digo que, cuando el cansancio le asalta,
el tiempo se refugia,
con la cadena acurrucada,

en los relojes de bolsillo
del pantalón de faena del poeta,
bajo su delantal de dependiente de ultramarinos.

El cansancio es marrón con brillo
y con pelaje duro y erguido
para limpiar las manchas del olvido.

El cansancio, digo, es un cepillo
para la ropa de los domingos.

El cansancio convoca al arenero
que cierra los ojos
para el inicio
de la sesión de noche en el cine del sueño.

La espuma del mar y las caracolas son un precipicio.



Mi mente es una barca a la deriva
en busca de dueño.



© Mariano Crespo Martínez






                  

Un necio de apellido Wert y lo que no tiene nombre



Estos patanes convierten
los juegos de palabras en miserable privilegio.
 

La lucha de clases vuelve a germinar en el patio del colegio.

 

© Mariano Crespo Martínez






                                                  

sábado, 15 de diciembre de 2012

Aves en flor



Amor mío
Por qué no albergo sorpresa
al descubrir que las flores
por intento de
seducir
ramos de palomas
se obsequian.

© Mariano Crespo Martínez






           

                    

La información es poder (vivir)




Las cámaras acorazadas esconden
e
l oro en lingotes y no en pepitas.


Si te
ha ido la vida
en desvelar un misterio
no olvidarás que las claves
cotizan a un alto precio.

Son estériles las medias verdades
y puedes pagar demasiado caro las noticias gratuitas.


 

© Mariano Crespo Martínez

          
          
               

viernes, 14 de diciembre de 2012

Indiferencia




Continúa pasando el tren.

Cuándo os enfrentaréis a la decisión de ser vaca o poeta.


 

© Mariano Crespo Martínez







                              
               

Una termita en el alma llamada tristeza



                    a Pedro Luis González Matarrubia,   con admiración.



La tristeza es como el olor del talego
no se va por más que lo orees en libertad.


Como el frio que crece con tus huesos desde niño
y nadie entiende la tiritona que te sobreviene
en los incendios.

La tristeza es como la cara de fiambre
que tienen los trabajadores de la morgue
aunque sea liviano el cadáver.

La tristeza es el chiste que se cuenta en el quirófano
cuando la muerte y la vida están en las yemas
de dedos camuflados en el látex.

La tristeza, ojos lunes de invierno
en la mirada escolar de los pequeños.


La tristeza es el rictus turista que asalta por sorpresa
a las preñadas mientras se acarician el ombligo
y, revoltosos, traviesos y cucos los miedos vienen de visita,
rosas y azules como ausentes patucos.

La tristeza es la última palabra del poema
que nunca será publicado.
Ese inédito del fondo del armario.
 
La tristeza es la copa solitaria
en un bar oscuro que toman los fotógrafos
de bodas y bautizos.

La tristeza es la baba de los viejos
frente a las rejas de ventilación del metro
que levanta la falda a las muchachas.

La tristeza es el trabajo de negar
la prestación de desempleo,
de pedir la donación de órganos a una madre,
del lotero que vende los números de la derrota
que siempre toca en nochebuena.


La tristeza es la termita de las presumidas erecciones,
la sequedad desértica en la boca y en el coño.

La tristeza es no tener ni dios ni dioses
y tener que dejar las plegarias en las fotos de los muertos.

Sí, soy un hombre alegre.
Comparado con los agrios,
con los enfermos,
con los hambrientos,
con los que creen que una paja es sexo.

Soy un tipo afortunado
querido,
esperado cuando sale.

Soy un hombre feliz
pero
cuando escribo
un mundo me sale de la tripas
con una lágrima y sin pañuelos.




Soy la alegría de la huerta,
el tomate maduro y satisfecho
que se pudre al escribir fuera del huerto.

 © Mariano Crespo Martínez




                

No llevarás luto por ti




Pa ra do ji ca men te
-por ser en su esencia la más fuerte-
la derrota mas clemente,
con más efímero duelo,
                                     resuta ser la propia muerte.

© Mariano Crespo Martínez






                         

                      






                                

jueves, 13 de diciembre de 2012

Orentino, el gato que se preguntaba por los soñadores


                                             a Orentino Alonso Garcia


No alcanzo, amigo,
a comprender la fibra
de esos soñadores que construyen un alba
que no gozarán
pues no ignoran que les llegará la muerte
bajo las estrellas.

cobijados por la escarcha.

Mas les admiro.

Pertenecen a la libertad
ya que para ella viven y germinan la tierra,.
Esclavos fueron los que murieron
trabajando la inmortalidad de otros.
Ignorando que la eternidad
es en los museos un hueco de polvo.


Ellos son inmortales en nuestro recuerdo
 porque no claudicaron
cuando el universo invitaba a hacerlo.

Si hoy barcos somos es porque astilleros ellos se hicieron.

Si yo tuviera talento para pintar un parque
albergaría allí sus estatuas.


Los herederos malditos de Noé.

Esos hombres de nuestra estirpe
que construyeron un arca
y murieron sin que cayera sobre su cabeza una gota de agua.



© Mariano Crespo Martínez




        

            




             

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Gestación de un poeta o un demente (Experimento 7)


Eres vulnerable
Hay espías al tanto de que tu nombre es un seudónimo
ignorado de alguien insignificante.
Un burdo alias que te representa pero no te identifica
Una máscara, a tu pesar, implorante


Eres vulnerable
Han descubierto que tú no eres quien eres ni el que aparenta
tu sombrero ni tus zapatos soportan.
Una coartada que camufla otra vida secreta

Te ha sido dado conocer la fortaleza
aunque ya no sueñas con caballos salvajes al galope
Eres fuerte

Eres frágil, amor
un pétalo te hiere los ojos como un sable.

Te llamaré piedra
Y sobre esta roca en la que te di a conocer que eras vulnerable
Edificaré un poeta
(O un demente)
Son los riesgos de pasarse o quedarse corto
al digerir los versos y las pócimas.




© Mariano Crespo Martínez