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domingo, 31 de marzo de 2013

Déjà vu



Continúa la batalla
después de perdida la guerra
del derecho a la intimidad
contra la tecnología
a base de prohibiciones
con la legislación
por neutral y falsa moneda.


Ahora el grito (el último grito)
está puesto en el cielo
contra las gafas que graban.


Cuando se legisle adecuadamente
para que no se vendan
ya habrá lentillas
que además de grabarte
te estén dando de estreno
en los cines y las comisarías.


El problema es que no nos queremos enterar
de que hemos perdido una guerra
y que la cosa está entre ganar con la cabeza
o empezar a perder otra guerra nueva.


Lean a George Orwell.
Me conforme con que lean.
Lean lo que quieran.
No está prohibido leer
en teoría,
pero, en lo concreto,
llaman cambio de hábitos a lo que se prohíbe sin decreto.


© Mariano Crespo Martínez






                               

sábado, 30 de marzo de 2013

Obsceno dolor


Tan solo quien me conoce muy adentro
sabe qué pena me come cuando no ceno.


La misma que me quitó la esperanza
de que el ser humano sea, en esencia, noble, sagrado, bueno.



Perdón por el poema,
el dolor como la pobreza es un tema obsceno.


© Mariano Crespo Martínez 






                              
                             

Currículo


a Orentino porque, sin saberlo, me hizo repensar este poema,

El mundo está al revés
o soy yo quien vuelto lo ha elegido.

A algunos se les antoja extraño
que a los 55 daños haya escrito mi primer libro.

A mí me lo que me resultaría extraño
es cómo poder contar la herida
sin la vida, tatuada en la memoria por los años.

Admito que la creación brote desde la nada,
lo imposible es recrear desde el olvido.

© Mariano Crespo Martínez






                             
                               

jueves, 28 de marzo de 2013

Domingo de estreno


Cada domingo de Ramos
suelo estrenar una máscara
para que no me reconozcan
más tarde,
ay,
caminito del Calvario.


La gente no acepta con naturalidad la amistad con un resucitado.
La amistad con un nazareno.
La amistad con un gitano.


Cada domingo de Ramos estreno
máscara en el costado
y dedo índice en cada mano.


© Mariano Crespo Martínez






                             

miércoles, 27 de marzo de 2013

Encuentros en desfase




Desconozco si a ti te ha sucedido.


El toparte con una persona que conoce
el forro de tu biografía por el lado oscuro
y se regocija en escupírtelo
en certero salivazo.


Todo pasado tiene una persona.
Mi problema es que hablo del revés cuando mucho me enfado.


© Mariano Crespo Martínez






                              

Títulos sin poema


La calle de los perplejos.
La estatua de la desolación.
El palacio de los complejos.
La chabola de la razón.


El cartero llora dos veces.
La carta que nunca llega.
El dolor que te mereces.
El huerto que no se riega.


La mentira que coge al cojo.
El buzón de reclamaciones.
La viga en el propio enojo.
Nadie silba las canciones.


El centro que no se centra.
Nadar y guardar la sopa.
El hastío que se te adentra.
Beber la última copa


La rabia de muerto el perro.
El paso que no deja poso.
Buen día para un entierro.
El anochecer de lo hermoso.


La fe que mueve patrañas.
La ciencia en la alcantarilla.
Vender a saldo las entrañas.
Cuidado en perder la silla.


El sueño que no se labra.
Pinta en bastos la baraja.
La muerte de la palabra.
Lo fuerte que esta la caja.


Una tropa sin bandera.
Los niños sin reyes magos.
Las rebajas de primavera.
La rutina de los estragos.


Dan por desaparecido al arte.
Todo ahora es para luego.
Ten cuidado en no quemarte.
No hay incendio sin el fuego.


© Mariano Crespo Martínez






                              

martes, 26 de marzo de 2013

El sonido del pájaro




Cuando suena Charlie Parker
mi madre hace gachas con la harina de almorta
y las divide en hileras de caballitos
para papá, mamá, el abuelo Pablo,
la abuela Elena y mi niño.


Cuando suena Charlie Parker
un adolescente se afeita un desordenado cañizal
que le surge por encima del humedal sin estrenar y sin barro
en donde le sonrojará un día un furtivo beso
y escucha: Marianín qué haces tanto rato en el baño.


Cuando suena Charlie Parker
dejo de ser el hombre que en una misma primavera
quedó dos veces huérfano y enterró con tanto dolor
su propio corazón por poderes
como aquella vez que le mandaron arrojar vivos
aquellos gatitos, solo ojos, al turbio Río Duero.


Cuando sueña Charlie Parker
a mí me viene el sueño y luego quedo en el sueño
y, de últimas, me vence el sueño y me duermo.


© Mariano Crespo Martínez






                             

lunes, 25 de marzo de 2013

Prohibido y nublado




Si pensáramos los días impares.
Si amáramos los días de sol.
Si fuéramos invisibles los jueves.
Si estuviera prohibido morirse con lluvia.


Todo sería tan previsible y tan imprevisto
como el temblor de tu sexo
para mi sismógrafo.


Y añado: alguien te comería
a besos, como yo pretendo ahora,
aunque esté prohibido y nublado.


No estamos hechos, amor mío,
para lo que con nosotros están haciendo.


© Mariano Crespo Martínez

                  


                   

domingo, 24 de marzo de 2013

Evolución


                             "...junto a los ríos sin nombre, ellos
                                             eran los que soñaron contra la realidad,
                                             los que durmieron poco
                                             en tiempos de zozobras y quimeras,
                                             los que dejaron, rotas,
                                             las proclamas escritas
                                             por demiurgos nacidos con el siglo
                                             hace poco acabado".

                                                    fragmento de "Berlín, 1989"
                                            Manuel Rico, del poemario "Fugitiva ciudad"




No distinguimos las voces de los ecos.


Dejamos los deberes para un mañana.

Nuestro pilares son discursos huecos.

Y, pese a Darwin,
no
queremos
adaptarnos
al
medio
como
una
especie
sana.

Revolución es evolución o es vana.

© Mariano Crespo Martínez






                          

Amor




Hace falta tener mucha fe en uno mismo
para salir en peregrinación hacia el otro.


No pensar si no se gana o se pierde,
si se va o se viene.


Ese punto de locura hace falta.
Que se tiene gana
o que gana no se tiene.


Tener paciencia para no llegar
ni antes ni desps
de que se te aguarde.


La ventaja de caminar solo
es que para llorar no es vital esconderse.


© Mariano Crespo Martínez







                             

sábado, 23 de marzo de 2013

En el Gólgota contigo

                                      
                             
a Orentino Alonso, prologuista y amigo.


Tú con un signo del zodiaco.
Yo con una bacteria hostil.
Los dos con el pecho a prueba de balazos
y una emboscada con aspecto de quirófano.



Un nazareno diciendo aparta de mí este cáliz.
Y dios de puente en algun balneario.
El silencio de los cielos que no es cómplice
ni alivia como la morfina y el sudario.


Y peleando de nuesto lado,
Roberto Alcázar, Pedrín,
el Capitán Trueno, el perro Rin tin tín
y el Jabato.


Un orgullo haber caminado
contigo el monte Calvario, hermano.


A ti te protegía una mujer llena de luz
y a mí el Espíritu Santo.


© Mariano Crespo Martínez



                   

                                        

viernes, 22 de marzo de 2013

Oficios



Cuando joven estuve en un manicomio.
Trabajando.
Pido perdón por ello.
Una manera como otras de ser carcelero.


En aquella época,
de triste recuerdo,
ser loco en vez loquero.
era más digno y cuerdo.


Cuando joven estuve en la morgue.
Trabajando.
No me arrepiento.
Una manera como otras de llevárselo muerto.


© Mariano Crespo Martínez




                         
                                
                            

jueves, 21 de marzo de 2013

Día del padre



Tener una puñal en el cajón
donde guardas los antidepresivos
no parece aconsejable.

Tampoco comprar yemas de santa Teresa
cuando la vida requiere un par de huevos.

No aconsejaría hablar de amor en un Consejo de Guerra.

Los consejos en las rupturas a gritos
y señalando con el índice no parecen aconsejables.


No aconsejes la bondad a los que no son buenos.
Es mi único consejo.

Dar consejos aunque te los pidan no es aconsejable.


© Mariano Crespo Martínez






                             
                               

Nocturno extraño



Fácil no extrañar
la espuma bajo el influjo de tu mirada.



Difícil esta velada
extrañándote y sin rastro del mar.


© Mariano Crespo Martínez



                  

                                     

Instrucciones para entretiempos



Tras cada periodo de amor concluso
meter el sexo en alcanfor
por si la polilla,
y regar con lágrimas los geranios
y con pucheros las delicadas petunias.


Hacer oposiciones a aduanas
ya que está el corazón tan plagado de fronteras
como de costuras.


Disparar a quien te recuerde como se quita la mancha de mora.


Abrir una libreta para ingresar un euro
por cada amigo que diga ya te previne
que eso vuestro no tenía futuro
y con ello sufragar el crucero al desembarco de Normandía.


Poner una vela a San Rencor
patrón de los que se quedan a dos.
Los cirios, por supuesto, sin montarlos.


Anunciar tu libertad en facebook
poniendo en el perfil
el test de inteligencia de Bill Gates
y la foto de Leonardo di Caprio.


Escribir mil veces en twitter:
estoy solo por ser partidario de la independencia
y de la vida sin controles,
¡ea!, y tengo coherencia.


Ayuda económicamente escribir un libro de auto-ayuda
para costearse un viaje al engaño
e inventarse de nuevo,
o, como es moda de estos tiempos, repensarse,
con la misma ilusión de la primera vez
que tienen por norma los amnésicos.


Y tricotarse una rebequita para ese fresquito
en el corazón y en la espalda que te deja tieso.



© Mariano Crespo Martínez







                              
                               

miércoles, 20 de marzo de 2013

Al amor de las estrellas



En la plaza de Ópera frente al Teatro Real ocioso
un hombre plantó durante mi noche un gran telescopio.


Aquel hombre demandaba unas monedas
a los que quisieran contemplar unos instantes
la boveda aturdida por el colapso del cielo.

Pensé que aquel curioso del firmamento
había gastado sus ahorros en aquel artefacto
tal vez por descubrir a una estrella anónima
y registrarla con el de una dama pretendida
para así seducirla como se nos seduce a los ingenuos:
convirtiéndonos en únicos e irrepetibles para una mirada.


Divagué en aquella noche templada
que no sería osado deducir
que las femeninas estrellas
como mujeres nos contemplaban.
Dotadas de ese escudriñamiento
inverso de las damas
que observan
como las observa
el observador
para detenerse a posar o huir de esa mirada.

Al llegar a casa, salí a la terraza
y, como en mí es costumbre,
hice confidencias con una estrella
que frecuenta mi barriada.

En mi barrio
a la gente recomendable les vetamos la entrada.


Me comentó muy excitada
que había desubierto un nuevo hombre
que, en el cielo absorto, 
persiguía con sus febriles ojos
a los luceros como a las muchachas cuando bailan
alfarereando su cuerpo como si fuera lodo que desbarra.


Un hombre al que había visitado la desgracia
pues aceptaba monedas para que los niños
cerraran los ojos ante un cielo
que, en absoluto, les interesaba.

A los niños les interesa el reino de los suelos,
las alturas inconmensurables les dan vértigo.


Mi confidente estrella de sonrisa celestial
había registrado a aquel derrotado con el nombre
de un asteroide que orbitaba en torno a ella.

Asi pasamos largas horas
contándonos perdidas miradas
hasta que nos dio la del lucero del alba.


Me dormí ya de mañana envidiando a aquel tipo,
a quien la miseria había alquilado su casa
pero que tenía su nombre puesto cerca de la Vía Lactea.


Nunca sabe nadie en que lugar es único e irrepetible
aunque piense que su vida vale menos que la nada.

No lo cuentes pero te juro que no miento,
de la mirada de algunos hombres
padecen fiebres las estrellas enamoradas.


Sucede que la gente
pone su fe y su corazón en lugares más prosaicos
y dichas fútiles y mundanas.






© Mariano Crespo Martínez







                         

lunes, 18 de marzo de 2013

"La Sabiduría"


No todo se aprende en los libros.


Pocas veces me remonto a narrar
asuntos de mi vida antes del actual ciclo.


Yo, como algunos de ustedes,
pasé un largo periodo cósmico en el limbo.


En el limbo, los retretes de los bares
están como en nuestro planeta
al fondo a la derecha.


De entre todos ellos me gusta frecuentar
los de "La sabiduría", un tugurio de letras.
En los de ciencias nunca se aquivocan en la cuenta.


Tras la puerta de los excusados de "La sabiduría"
he leído lo que constituye mi bagaje personal.


Como en la Biblia misma a los autores de las sentencias
de esta taberna no los conoce ni dios
pero se podría fundar una religión con ellos
o sin ellos pero con sus clarividencias.



Allí leí: No pongas fecha al fin de tu juventud,
será tu juventud quien decidirá su clausura.
También estaba escrito:
No cortes la cinta de inauguración de tu vejez
será
tu vejez quien, de improviso, deje en la consigna
a tu nombre su equipaje de amargura.



Debajo de todos ellos, un mensaje extraño,
iniciático, cuyo último sentido aun transcurrido
varios siglos, no logro descifrar:
Al acabar no olvides tirar de la cadena.



Y una máxima de profético contenido conservacionista:
Déjalo como te gustaría haberlo encontrado.



La filosofía más profunda está cifrada en mensajes cotidianos.
Es simple y no gusta de atajos.


Debajo de mensajes prácticos
se encuentran ocultas las respuestas que nunca encontramos

sobre el fin de los tiempos
en los retretes, en los recónditos arcanos.




© Mariano Crespo Martínez






                              
                            

Pacifista como Albert Camus




Algunas personas se indignan por el suceso
tan trivial de que el nuevo
patriotismo sea el de marcas comerciales.
Que se mate por soldada
y no por honor y épica.


Que la vida sea mercenaria y no de regalo u oferta.


Para mí tengo que, simplemente,
eliminaron los señuelos,
las coartadas,
las tapaderas,
los engaños.


Las guerras oficiales
siempre se hicieron para robar lo que otro tiene
o no pagar las deudas propias
o restaurar el orden imperante de los dueños de la tierra.


Y de paso,
hacer a las mujeres ajenas lo prohibido con las nuestras,
saquear sus propiedades,
quemar sus templos
y borrar su pensamiento y linajes.


La barra libre de las patrias, las banderas y los dioses.


Magnos inventos para tapar intereses tan mezquinos y simples.


Leí a Albert Camus.
Estuve y estoy de acuerdo.
Aunque le hicieran callar
a derecha e izquierda, tras Argelia.
Lo siento.
Hablamos de que el fin justifica los medios.
Y los fines, qun los justifica.
Los medios, los medios, hermanos, los medios.


No lo olvidemos si queremos evolucionar el revolucionario.
Hacer humanos los cambios.
Construir personas, no fabricar mercenarios.


En lo pequeño se alberga la grandeza
al igual que el cambio del planeta
en cada uno comienza.


No se me irriten si les digo que prefiero las cosas claras
y que nadie crea que es un heroe cuando de asesino ejerza.



© Mariano Crespo Martínez





                            

viernes, 15 de marzo de 2013

Sueño pofundo



Las damas cimbreaban los abanicos para darle viento al tedio.


Era el preludio en re menor para un siglo venidero.


Creo que dieron en llamarle el del progreso.


Ella se desabrochó la blusa
y, sin pudor, me dejó el corazón al descubierto.


Ella, coqueta y plural, como un centro de flores,
tiene todos los nombres del universo
y de todos los jardines el tránsito de los tiempos.


No me pregunten como concluye el sueño.


Hace varias lunas que no me despierto.


Ni estoy en ello.


Los vapores de la fuente del delirio me regalan dias bellos.


Me llamaban Amor
y hay cabezas en las que me dan por muerto
desconociendo, incautas,
al desabrocharse la blusa,
que a su corazón le tengo puesto precio.




© Mariano Crespo Martínez







                             
                             

jueves, 14 de marzo de 2013

Tarjeta de visita




Puse en mi tarjeta estilista de árboles
cuando me hice podador.

Dije en la entrevista de trabajo
que leía prensa deportiva antes de dormir
y no que me acostaba con un libro de versos cada noche.



Desde niño pobre adorno la realidad para engañarme.
Y oculto mis rarezas a los mayores.


Ahora pongo la luna para que sepan que trabajo la noche.

También he puesto sereno y puto
para que no me confundan con un poeta o algo miserable.


© Mariano Crespo Martínez





                  

miércoles, 13 de marzo de 2013

Marzo, 8




No me gustan todas la mujeres como no son de mi agrado
todos los hombres ni todos los españoles
ni todos los zurdos de ideas,
ni siquiera los de mi barrio.

Son iguales. Por eso hay entre ellas el mismo número
de feas que de hermosos,
de chicas inteligentes que de chicos tontos.

También somos diferentes
nosotros solemos tener el pecho más chico
y el pelo más corto.

Y malas. Como no admitir que hay mujeres perversas
si consideramos que las hay de inteligencia suprema.

Pero no puedo hablar objetivamente del mundo de lo femenino.
Me atrae y me fascina.
Me ha enseñado casi todo lo que todavía ignoro.

Me ha cerrado heridas y me las ha abierto.

He logrado con ellas que dolor y placer
sean una experiencia y no una palabra del diccionario.

Las he querido y las he hecho pupa.
Me han amado y me han tirado como una colilla.

Pero no estamos en paz.
No tengo tiempo para empatar aunque mil años viva.

Y si los creyentes tienen razón y existe el paraíso
yo me niego a entrar si no es de su mano.

Porque amparan como nadie.
Y no me fío un pelo de un dios macho.


© Mariano Crespo Martínez







                               
                             

martes, 12 de marzo de 2013

Los hijos del miedo



Una dictadura deja extrañas secuelas
como las cojeras en los brazos
por un balazo en las piernas.


Los mutilados de aire libre
sin asiento reservado en los transportes
hacia futuros imperfectos, luego bellos.
Los hijos de la dictadura
tenemos una cierta propensión al maniqueismo,
al blanco o negro
y más cuando el gris era el uniforme de la policía.

En una dictadura está al alcance de cualquiera
descubrir la bola del trilero.
Es, da vergüenza decirlo, la que se oculta bajo el cacillo
que lleva escrito prohibido levantar.


El mundo es tan explicable con una moneda.
Cara, eres un hombre de bien.
Cruz, eres un desafecto.


En el grupo de los desafectos no están solo
los voluntarios de las emociones fuertes
sino los desechos del adversario,

librepensadores,
homosexuales sin armario,
cura raros
e inadaptados varios.


Desde la caída del muro
Berlín nos es menos excitante
como todas las ciudades
en las que se puede ir a cualquier lugar
sin mirar a tu espalda de continuo,
un estigma del disidente
.


Los hijos de la dictadura
gustamos de leer entre líneas.
Cuando nos hablan claro el desconcierto nos invade
como la claridad a las ratas y a los hijos de la noche.


Mientras los tabiques de platino esnifan la nieve
nosotros solo fumamos en los retretes.


Los hijos de la dictadura
gustamos de mujeres que se cubren lo que deseamos ver,
las puertas entreabiertas,
las charlas a media voz,
los ojos negros de las cerraduras
y el humo que enturbia las bombillas.


Los hijos de la dictadura
solo nos sentamos en la barra
si detrás hay un espejo por el que se ve la puerta.


A los hijos de la dictadura
no nos gusta jugar al escondite
y tenemos papeletas para el sorteo de paranoias
de las tiendas de gabardinas y gafas negras.

A los hijos del miedo
los taxistas nos huelen a soplones
y las esquinas las tomamos por el medio de la calle.

Por la aceras no corre el aire.


Los hijos del miedo somos asquerosamente puntuales
hasta para llegar a la cita que no vamos.
De momento.


© Mariano Crespo Martínez




                  
                 

lunes, 11 de marzo de 2013

Interés



Desconfío, por encima de gobiernos,
de un tipo de persona.


Suele ser bípedo y dice que no le guía el interés.


Es una herencia del catolicismo más cínico.


El interés era pecaminoso.
Todo lo espontaneo era pecado.


No se ha confiaba en el hombre libre para gestionarlo.

Desinteresadamente han hecho un imperio.

Yo tengo interés.
Tú eres una persona interesante.


He dado la vuelta al mundo en globo
para llegar a decirte que me interesas
por encima incluso de los intereses de la usura.


No hace falta que te rebajes
siempre vas estar al alcance de mis deseos.


© Mariano Crespo Martínez




                   

                                     

sábado, 9 de marzo de 2013

El engaño



En aquellos años en que viajaba en los trenes nocturnos
conversaba con hombres y mujeres
que, sin detenerse a pensarlo, confiaban en el destino.


Viajar en un viaje colectivo es un acto de fe:
en el conductor, en las vías, en las máquinas,
en los cielos propicios,
en la existencia de las estaciones,
en que no te van a asesinar mientras duermes,
en que la sopa no lleva veneno.


En las largas charlas de aquellos compartimentos
o en el humo de los pasillos
aprendí a repudiar a los desconfiados.


Esos hombres y mujeres que saben demasiado,
tanto, tanto, tanto que no juegan a vivir
porque en el juego hay tramposos.


Temen en tal grado al engaño que cuando
contemplan la magia buscan el truco del mago,
se casan con mujeres horrendas
o viven aislados.


La vida es admitir la cuota de engaño y disfrutarlo.


Si uno desconfía de las mujeres,
de los amigos.
de la ideas que agrupan,
de los que comparten camino,
es que uno no se fía de sí mismo.

Desde la invención del espejo
el género humano tiene motivos para no fiarse de uno mismo
pero desde que salieron al mercado las gafas con piedad
solamente lo hacen los cretinos


Me he enamorado en mis viajes
de algunos tipos de los que la gente se mofaba
y decían en voz queda, de bueno que es todo el mundo le engaña.

Esos hombres, esas mujeres
siempre eran sabios ejerciendo de estar en la inopia.
Tenían espejo en su casa,
se habían mirado a los ojos y se habían perdonado
-tras la adquisición de las lentes de la misericordia-
ser de la misma raza que aquello que odian.


Los otros entrañan peligro.
Riesgo de contagio,
posibilidad de estafa,
disparo por la espalda.


Vivir es una práctica de riesgo.


La desconfianza es segura como la soledad
del hombre que toca la armónica en el corredor de la muerte.
Y nadie le escucha.

La desconfianza es segura
como el manual del amor propio escrito en paja.



Si nunca te han traicionado
no conoces ni el nombre ni el rostro de la amistad.


La cicatriz más contaminada es la que deja la asepsia.





© Mariano Crespo Martínez




                    

                                         

viernes, 8 de marzo de 2013

Ríos y afluentes


Cuando, con dos amigos, comencé en una emisora cultural
un programa de radio,
alguien, con tanta obediencia
como escaso poder,
me hizo la sutil advertencia
de que habláramos de cultura
y no sacáramos provecho del Pisuerga
como afluente del Duero.

No entendí del todo el consejo
ni la sorna del tono.
Quiero decir que no me dio la gana entenderlo.

Días más tarde, viajando en taxi,
tuve una iluminación profética.
Desde una emisora creada para hablar de dios
bombardeaban al Gobierno.

Y es que dios y la cultura son temas muy amplios
de una extensión geográfica
como el humedal de la verdad,
como el páramo del engaño.

© Mariano Crespo Martínez






                        

jueves, 7 de marzo de 2013

La genética y el aprendizaje





Cuando subes por una escalera que tiene la piedra gastada,
pulida, brillante, bajas a través del tiempo y cada peldaño
hacia arriba es un siglo de menos.


Cuando llegas al final - lo notas porque se toca el suelo-
estás en la cima, en el orígen del árbol
genealógico y te está esperando un antepasado
que se presenta para que sepas si es por parte de padre
o de madre y tener un tema para ir conversando,
tras tantos años de molesto silencio que justifica
diciendo que en los últimos milenios ha estado muy atareado.


Hablar con el primer miembro de la familia
y comer manzanas del árbol de la ciencia del bien y del mal
son los dos momentos más estúpidos en el mundo conocido
y la demostración palpable de que la curiosidad,
amén de pecado, es un vicio nefando
origen tanto de la desdicha
como del conocimiento.

Cada tribulación contiene un grano de orgasmo.


El que ambas fenómenos sean de idéntico desarrollo
ha llevado a muchos individuos a orar a desconocidos
para desgracia de sus rodillas y paz del espíritu.
Las articulaciones y el espíritu viven en mundos distintos.


En el trayecto de la escalera has descendido
desde el grito del punk
al aullido salvaje de las cavernas
y compruebas que la cultura tiene forma de círculo
y ojos de higo húmedo.


Cuando reconoces a tu primer pariente
se te despeja la duda de si el comportamiento
es de origen genético o fruto del aprendizaje.


Entre sudores, Gregor Johann Mendel, despierta
de su pesadilla y vuelve a ordenar metódicamente los guisantes.


Verdes, amarillos, rugosos, lisos.



Pater Noster qui est in caelis.



El prior le tiene advertido que ore más y pierda menos el oremus.



© Mariano Crespo Martínez







                                

lunes, 4 de marzo de 2013

Centralismo



Madrid es la única comunidad autónoma uniprovincial
en la que todos somos de provincias.



Con las vanguardias en los barrios y el gobierno en Atapuerca.





© Mariano Crespo Martínez






                           

                              

viernes, 1 de marzo de 2013

Nocturno de febrero en ausencia de mar y con espejo



Tal vez se espera
que al decir todo lo aprendí en la noche
estamos bebiendo, fumando,
y escalando el monte de Venus sin cuerdas
para llegar al volcán y ponerse encima o debajo.


Todo ese paraíso artificial
que habita en la palabra
bohemía.


Pero hay hostales de habitaciones con vistas
a patios interiores en donde los cadáveres
se arrojan por ver si los angelitos vuelan.


Si como yo te has muerto alguna vez
conoces que en algunos tanatorios no cierran los bares.


Si alguna vez acudes a Urgencias
aconsejo ser el enfermo
más que estudiar desesperación por móvil
en la sala de espera.


Si crees en la épica de las guerra fría
no has ordeñado el miedo y la angustía
en una garita de Artillería.

Si crees que los chistes de Lepe son rancios
no te han vendido de madrugada un ataud con descuentos
para la vida eterna de tu padre
en un pueblo de la sierra.


Todo ese paraiso artificial que habita en la palabra bohemía.
Y no es una cristalería.


Son añicos
de una botella
de lejía,
de amoniaco,
que, por fortuna, está vacía.
O, para tu desgracía, está llena.


No tenía besos para la cena
y he tenido que vender un nocturno de febrero

en ausencia de mar y con espejo.


© Mariano Crespo Martínez






                               

Privacidad



No comparto el pavor,
por el común aceptado,
a dejarme sustraer la intimidad en la red.


No soy partidario de esfuerzos inútiles.
No me pueden robar algo que hace tiempo no poseo
y ya me han privado de lo privado.


Cuando estudié, por correspondencía, para espía,
aprendí que para tener un secreto bien guardado
hay que disipar toda la vida hablando de uno
sin decir esta boca es mía.


El peligro siempre está en casa
como conocen en carne propia
todas las buenas familias, el papado y la monarquía.




© Mariano Crespo Martínez