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domingo, 27 de abril de 2014
Gramática
Yo te odiaré
es una de las formas de conjugar
el apasionado futuro
del verbo amar.
Desconozco si la regular o la irregular.
© Mariano Crespo
jueves, 24 de abril de 2014
Mirada
No es que vaya desnudo
es que te pensaba a la hora de vestirme
y un viento de los que transportan cenizas de vivo
trajo hasta mi alcoba la melodía
de una de esas canciones que asaltan al abordaje
y nunca logramos cantar
porque hemos olvidado la letra
y el temblor de antes de decidir un beso
o una caricia en el territorio minado
de la acidez de las fresas.
No es que vaya desnudo
es que no tenía domingo limpio
para ponerme sobre mi nuevo deseo
y hubo una insurrección civil de mis gametos
como cuando me echaban de las fiestas
por demostrar que aprobé el curso de gamberro
o cuando me bebía el agua bendita
de los templos brindando a la salud
de las beatas y sus orgasmos secretos.
No es que vaya desnudo
es que he abierto por el final
el argumento de este día.
y quiero ahorrarte los detalles
la mala literatura del embauque
los apresurados besos de estación
cuando al tren ya no hay quien lo pare
y tirarnos al río sin saber nadar
para ahogarnos entre el ardor y el arte.
No es que vaya desnudo
es que me he puesto cómodo
desde la primera vez que me miraste.
© Mariano Crespo
es que te pensaba a la hora de vestirme
y un viento de los que transportan cenizas de vivo
trajo hasta mi alcoba la melodía
de una de esas canciones que asaltan al abordaje
y nunca logramos cantar
porque hemos olvidado la letra
y el temblor de antes de decidir un beso
o una caricia en el territorio minado
de la acidez de las fresas.
No es que vaya desnudo
es que no tenía domingo limpio
para ponerme sobre mi nuevo deseo
y hubo una insurrección civil de mis gametos
como cuando me echaban de las fiestas
por demostrar que aprobé el curso de gamberro
o cuando me bebía el agua bendita
de los templos brindando a la salud
de las beatas y sus orgasmos secretos.
No es que vaya desnudo
es que he abierto por el final
el argumento de este día.
y quiero ahorrarte los detalles
la mala literatura del embauque
los apresurados besos de estación
cuando al tren ya no hay quien lo pare
y tirarnos al río sin saber nadar
para ahogarnos entre el ardor y el arte.
No es que vaya desnudo
es que me he puesto cómodo
desde la primera vez que me miraste.
© Mariano Crespo
miércoles, 23 de abril de 2014
Amor a contratiempo
No nos acuses del rictus de desconfianza
en la comisura fértil de los labios
ni de que vayamos abrazados
a contemplar el reloj del campanario.
Observa más bien
que es un prodigio amarse
entre tanto desahucio.
Contempla la cosecha pese a los presagios,
pese a los augurios de buitres disecados.
Es motivo de asombro y mágico
que brote la semilla del embriagador laberinto
en los tiempos del cambio climático.
© Mariano Crespo
en la comisura fértil de los labios
ni de que vayamos abrazados
a contemplar el reloj del campanario.
Observa más bien
que es un prodigio amarse
entre tanto desahucio.
Contempla la cosecha pese a los presagios,
pese a los augurios de buitres disecados.
Es motivo de asombro y mágico
que brote la semilla del embriagador laberinto
en los tiempos del cambio climático.
© Mariano Crespo
domingo, 20 de abril de 2014
Al otro lado del poema
Al otro lado del poema
en la espesura del bosque sin respuestas
espera un amaestrador de cometas
y un salvaje que piensa.
Al otro lado del poema
aguardan las pegadizas canciones
que suelen cantar las maestras
y los golosos laberintos
que aprenden a tejer las doncellas.
Al otro lado del poema
el dedo rasga la arena
la mano sostiene la pluma
y la cabeza vertebra la frase
que acoja un nido o una idea.
aguardan las pegadizas canciones
que suelen cantar las maestras
y los golosos laberintos
que aprenden a tejer las doncellas.
Al otro lado del poema
el dedo rasga la arena
la mano sostiene la pluma
y la cabeza vertebra la frase
que acoja un nido o una idea.
Al otro lado del poema
en el dorso del planeta
sobre el pubis deseado
y las cerradas puertas.
Al otro lado del poema,
tras la mansión violeta de las flores muertas,
hay una calma tensa de tormenta que no llega,
un tren de madera varado en un mar sin mareas,
unos cisnes que posan para decapitadas muñecas
y los besos malditos, sin nombre,
que una coral de niños rescata y colorea.
Al otro lado del poema
nos contempla con su túnica negra
una conversación pendiente,
en la madrugada de la chimenea,
con los deseos que todavía te adeudo
y las víctimas de nuestra fiesta.
© Mariano Crespo
en el dorso del planeta
sobre el pubis deseado
y las cerradas puertas.
Al otro lado del poema,
tras la mansión violeta de las flores muertas,
hay una calma tensa de tormenta que no llega,
un tren de madera varado en un mar sin mareas,
unos cisnes que posan para decapitadas muñecas
y los besos malditos, sin nombre,
que una coral de niños rescata y colorea.
Al otro lado del poema
nos contempla con su túnica negra
una conversación pendiente,
en la madrugada de la chimenea,
con los deseos que todavía te adeudo
y las víctimas de nuestra fiesta.
© Mariano Crespo
martes, 15 de abril de 2014
La mirada de las maestras
Estoy implicado en el asunto de las mujeres,
por eso no soy inocente.
Casi todo lo que sé creo que lo he tomado en préstamo
a la mirada de las muchachas.
La piedad para conmigo y la admiración por las mariposas,
el peligro de las laderas y las dudas de noviembre,
las mentiras de los dioses y los comerciantes de perlas,
el pudor del sexo por mostrarse de mañana sincero,
la coartada del niño para robarte un beso,
las trampas de la selva en la humedad del vello,
el destino de los caballos cuando tienen sed o miedo,
la revancha del triunfador sobre las hormigas,
el temblor de la espina dorsal de los juncos en tu espalda,
el acicate que te empuja a vivir y perdonar a los insectos,
el rubor cuando se te aparece el firmamento bajo techo,
el desdén de las orugas por los reactores y los satélites,
la espuma del mar embotellada bajo el vientre satisfecho,
la eventualidad de lo que creíamos para siempre nuestro,
el deseo en calcetines de algodón comiendo caramelos,
el camino entre colinas para dejar correr el tiempo,
la sabiduría de los elefantes para nacer tan viejos,
la pausa cuando la ciudad arde y la fe no cree en ti
ni en tus asesinos ni en tus neutrales ni en tus maestros.
No tengo palabras para defenderme,
estoy implicado en el asunto de las mujeres
por eso no soy inocente
y lloro cuando estoy alegre.
© Mariano Crespo
por eso no soy inocente.
Casi todo lo que sé creo que lo he tomado en préstamo
a la mirada de las muchachas.
La piedad para conmigo y la admiración por las mariposas,
el peligro de las laderas y las dudas de noviembre,
las mentiras de los dioses y los comerciantes de perlas,
el pudor del sexo por mostrarse de mañana sincero,
la coartada del niño para robarte un beso,
las trampas de la selva en la humedad del vello,
el destino de los caballos cuando tienen sed o miedo,
la revancha del triunfador sobre las hormigas,
el temblor de la espina dorsal de los juncos en tu espalda,
el acicate que te empuja a vivir y perdonar a los insectos,
el rubor cuando se te aparece el firmamento bajo techo,
el desdén de las orugas por los reactores y los satélites,
la espuma del mar embotellada bajo el vientre satisfecho,
la eventualidad de lo que creíamos para siempre nuestro,
el deseo en calcetines de algodón comiendo caramelos,
el camino entre colinas para dejar correr el tiempo,
la sabiduría de los elefantes para nacer tan viejos,
la pausa cuando la ciudad arde y la fe no cree en ti
ni en tus asesinos ni en tus neutrales ni en tus maestros.
No tengo palabras para defenderme,
estoy implicado en el asunto de las mujeres
por eso no soy inocente
y lloro cuando estoy alegre.
© Mariano Crespo
lunes, 14 de abril de 2014
Horizonte
Si acaso un día te toma
en cautiverio
un tiempo sin historia
de periódicos vespertinos,
transistores
y silencio.
Quizá te acuerdes de mí,
aquel tipo
que buscaba la felicidad
con un catalejo.
© Mariano Crespo
domingo, 13 de abril de 2014
Fiebre de abril
La primavera es una estación de paso.
Incómoda,
excesiva,
ruidosa, impertinente.
Nadie la escoge de destino.
Nadie sale ileso de su vientre.
Pero del delirio de esa fiebre
volvemos con una radical certeza:
no somos inmortales
porque al pasado no se regresa.
Quién no recuerda
aquel libro que no sabía leer.
Quién no busca bajo los signos
ese misterio,
esa curiosidad,
ese vacío
que desbordó hasta la vida más hueca.
Volverán perfumes con tu nombre
pero ya nada nos olerá de nuevas.
© Mariano Crespo
sábado, 12 de abril de 2014
Etc
De cuando estuve en racha
recuerdo varias enfermedades
y algún instante enmarcado
como un diploma
de experto en mareas
y fresas salvajes.
También añoro los coches de caballos
que te dejaban al borde de la luna,
las maquinas de vapor,
los sacapuntas,
y los impertinentes candiles
de las caricias mudas.
Frías madrugadas
de cuando las tabernas
echaban el cierre al siglo
y no decían ni palabra los gatos
perplejos ante la sirenas.
Cuando las mujeres
no dormían
pese a yacer en el lecho
y los profetas
dejaban augurios
escondidos en la paz de tu pelo
como se ocultaban las petunias
en los parques
bajo los sauces
y la dictadura tenaz de un cielo
todavía neutral
y, por ello,
bello.
Fueron tiempos difíciles
para alguaciles y estatuas
y una época de prodigios
para los envasadores
y los estrategas
de rendiciones
sin disparar un solo beso.
Fue hace tanto, tanto,
tiempo.
Tan lejano
como cuando estuve en racha
y me despeinaba el viento
antes de convertirme
en etcetera
en la larga fila del miedo.
© Mariano Crespo
recuerdo varias enfermedades
y algún instante enmarcado
como un diploma
de experto en mareas
y fresas salvajes.
También añoro los coches de caballos
que te dejaban al borde de la luna,
las maquinas de vapor,
los sacapuntas,
y los impertinentes candiles
de las caricias mudas.
Frías madrugadas
de cuando las tabernas
echaban el cierre al siglo
y no decían ni palabra los gatos
perplejos ante la sirenas.
Cuando las mujeres
no dormían
pese a yacer en el lecho
y los profetas
dejaban augurios
escondidos en la paz de tu pelo
como se ocultaban las petunias
en los parques
bajo los sauces
y la dictadura tenaz de un cielo
todavía neutral
y, por ello,
bello.
Fueron tiempos difíciles
para alguaciles y estatuas
y una época de prodigios
para los envasadores
y los estrategas
de rendiciones
sin disparar un solo beso.
Fue hace tanto, tanto,
tiempo.
Tan lejano
como cuando estuve en racha
y me despeinaba el viento
antes de convertirme
en etcetera
en la larga fila del miedo.
© Mariano Crespo
El envés
Las espaldas desnudas de las mujeres
son lisas como llanuras manchegas
o con gotelé y lunares
pero llevan la maldición
de que vestidas son la última postal
de los santos lugares.
El detrás de las mujeres
tiene la enciclopedia
ilustrada del planeta
a fuerza de haberse echado
la historia a cuestas.
Al frente
el fuego volcánico de sus pechos,
el agua salada de su vientre
con el sexo herido,
labrado,
para la simiente.
Y dos botones de gata o faro
que guardan la luz
y la desprenden.
Al frente
de las mujeres
el futuro y el pasado
hecho presente.
Te percatas
de estas bendiciones
cuando las mujeres
te dan la espalda vestidas
porque languidecen
siete de tus siete vidas
y porque
-en la más benigna de las opciones-
se apagan los candiles y te mueres.
© Mariano Crespo
martes, 8 de abril de 2014
Silencios
Confieso
que he puesto carmín rojo
a la palabra labios
y que deliraba mi vientre
cuando desnudaba tu relato.
Confieso
la evidencia del vértigo si caigo
y la levedad pétalo del tacto
sobre el velo tórrido del arrebato.
Lo que atardece y contemplo, amor, me lo callo.
© Mariano Crespo
Vida
Camino hacia un sitio que no deseo
como caminan con parsimonia
los elefantes viejos.
La nada es un lugar
del que no guardo recuerdo.
No acepto la muerte
porque la mía,
sin cielo,
por miserable carece de techo.
Solo sé amar de memoria
como un mamut en el tiempo.
© Mariano Crespo
Anacrónico
Ese modo
de desear el suelo
cuando navego el aire.
Esa manera
de añorar el cielo
cuando repto la calle.
Ese contratiempo,
esa infelicidad tan cobarde
de los fugitivos del presente
porque las flores
siempre fueron más frescas mañana,
más maduras cuando reaparecen.
La fragancia es el preludio,
las cenizas,
lo anterior
y posterior
a los perfumes
por más que el olfato te engañe.
Nunca alcanzas a amarme
como sueño que me amarás
como añoro que me amaste.
© Mariano Crespo
Escribir
Como no voy a llamar placer
a este prodigio que impulsa los dedos
y funda el soberano acto de escribir
si con ello espanto a la muerte
de hoy, domingo de marzo,
como cuando sincronizo con tu cuerpo
parasinpausadetenereltiempo.
© Mariano Crespo
Maga
Me levanté de una mesa de azar
hace varias décadas
a esperar que cambiara la racha.
Regreso con los ahorros
de los naufragios de la lógica
a jugármelo todo a tu carta.
Vengo de no perder
ahora aspiro a la magia.
© Mariano Crespo
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