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lunes, 25 de julio de 2011

A veces veo vivos (en memoria de Amy Winehouse)

El día que, como a todos, pero antes de tiempo, a Janis Joplin se la llevó la dosis, hubo una sobredosis de críticos musicales (alguien conoce a una persona que escriba peor que un crítico musical) y de redactores de obituarios que pudieron provocar una caída en bolsa de la industria de la juguetería.

Todos dijeron que aquella frágil muchacha con el alma a la intemperie “era un juguete roto”, y transmitieron la crónica desde su burdel habitual.

-Esa chica iba mal. —mascullaba el camarero-

Tantos ojos turbios y son las tantas de lsa noche.

Y no había ni un peso pesado de puños de marmol ni un moralista que le partiera la boca.
(¿Por qué los camareros y los camellos tratan con tanto desprecio a borrachos y yonkis , si viven de ellos?).La respuesta después de la publicidad.

Janis cantaba como las mujeres negras y tenía 27 años y tanto desamor que algún gilipollas la vio, en la autopsia, partido el higado, cuando lo que tenía hecho añicos era el corazón.



El otro día (qué coño le importa a usted el día, si no nos conocemos), tuve por fin las fuerzas para ver “Inside Job”. Ya sabéis ese documental en el que salen todos los hijos de puta bien retribuidos que nos llevaron a la ruina y que, no solo no están presos, sino que siguen siendo gente importante y nos seguirán robando con total impunidad. Tenían todos la misma mirada que Amy pero a la inversa. Es lo que el poeta Agustín García Calvo llama "la cara del que sabe":

"Cuando veas al hombre de banca
dinámico y grave
que en la ranura de su coche
introduce la llave,
mientras habla con un cliente
importante,
y con mano segura
agarra el volante,
verás, si te fijas, en el cristal
la cara del que sabe...

En la foto del jefe de estado
que fija el istante
en que él, sentado ante un decreto
de muerte de alguien,
en penoso deber la pluma
de oro blande,
cuando firme la firma
de un trazo la trace,
trazada en su frente la puedes ver
la marca del que sabe.

O si no, en el neón del espejo
del bar de 'My darling',
si ves al chulo que a su rubia
le dice, fumándole
de nariz, «Que nanay, nenita,
que tu padre,
y cuidao con el rímel,
que no se te empaste»,
posada en sus párpados la verás
la fuerza del que sabe.

Todos tienen su idea: son ellos
los reyes del aire.
Y si tú ves que, cuando a todos
los cierre en la cárcel
de los versos y que la música
ya se apague,
yo me quedo a las nubes
mirando distante,
recuérdame y dime «La veo ahí
la cara del que sabe».


Amy tenía, como tú y como yo y el otro, la cara del que no sabe.

Lo que más me impactó de estos chicos es que para poder mirarse al espejo iban todos, al mismo burdel, a la misma “madame” y se ponían hasta el culo de cocaína, que luego facturaban como gastos de representación. Como su madame les despreciaba (y supongo que su camello también) va a ser por ahí el único camino de emplumarles.



Porque la madame habló con el desprecio que tiene por los clientes (como los camellos por los yonquis, los camareros por los borrachos y los políticos por el pueblo).

En 1974, en Madrid, asistí, al concierto de Lou Reed. Venía en ese estado estupendo en el que Lou lo borda. Alguien me habló entonces de las gestiones que se tenían que haber hecho ante Gobernación (ministerio) para que su equipaje no fuera registrado. No lo sé. Pero evidentemente andaba por el lado peligroso. Y los grises que apalizaban obreros igual hicieron la vista gorda porque controlaban a los camellos. Andar por el camino peligroso.
He trabajado para directores periodísticos que sin la magia blanca no podían sostener el ritmo de la mentira. Son gente que participa en camapañas antidrogas y cobran por ello.



Ayer confluían en Madrid las marchas de los grupos del 15-M. Esas marchas que yo apoyo y critico. No tengo noticias que se guardara un minuto de silencio por Amy Winehouse.

Ya sé que no tenia nada que ver. O quizá sí. (Sé que tenía mucho que ver pero esta reflexión me podía meter en lios).

Porque de lo que estoy hablando es del sistema y del antisistema. Y también estoy hablando del éxito y de la muerte. Y también de la hipocresia que exige muerte para los mitos.

Comprobado que el sistema y el antisistema se dopan para aguantarse y mirarse al espejo. Comprobado que el éxito es el camello, el camarero, el sistema finaciero y el político. Amy Winehouse era de los nuestros.



Claro que mucho menos que el Ché. Y es que hay que tener cuidado
con la imagen y la moralidad. O porque esa muchacha muerta no había alcanzado el grado medio educativo de los antisistema establecidos.

Y a esas chicas, como a Marilyn, como a Janis, se las folla, se las venera, pero se las hace huir de los estandartes que quieren tener el patrimonio de las quimeras.

Amy tenía, como tú y como yo y el otro, la cara del que no sabe. Pero, a difrencia de nosotros, a veces cobardes, tuvo el momento de lucidez que le hizo comprender que estaba, rodeada de oro, en el ejército de los nadie. Los que han perdido la historia antes de que apunte el alba. Y aire.


Y por eso, a la hora de la siesta, este planeta a veces produce o tedio o asco.

1 comentario:

  1. Has puesto de Amy la canción que ha sonado insistentemente en todos los informativos de ayer, quizás porque es lo más parecido a su triste destino. El vídeo de esta canción lo dice todo, en cambio hay otra canción igual de famosa, igual de triste que marca la personalidad compleja de Amy en la sacada de su propia realidad y compuesta por ella, menciona a su padre que quiera internarla en un centro de rehabilitación y ella machaconamente dice "No, no, no". No creo que Amy fuera una antisistema, dudo que le importara la sociedad y la política en lo más mínimo. Sencillamente, se trata de una mujer joven que vive su propio infierno y no sabe salir de ese dolor y cogió el camino más fácil y peligroso. Amy ya estaba muerta mucho antes de morir y como ella decía en su fatídica canción "No, no, no" no quiere curarse, no quiere vivir...tan solo que la dejen en paz. O como su padre comentaba "siempre fue rebelde, una chica difícil" hasta el final.

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