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domingo, 10 de mayo de 2015

Terapia


Que haya gente enamorada 
de los cerebros de la red 
no tiene que causar sorpresa
ni provocar espanto.
Todos los que peregrinamos al psiquiatra
-devotos de la caridad freudiana- 
sabemos lo que es desear 
a quien conoce nuestros bajos fondos 
a la que poda los jardines en que nos metemos 
y tiene datos sin necesidad de cinta métrica
de que somos tan gigantes como enanos.
En la otra esquina del cuadrilátero,
nosotros solo sabemos de ella 
que en nuestros sueños 
nos suplica arrastrándose por el fango 
que la quitemos la ropa 
y que la ayudemos a apagar 
ese incendio que la consume por dentro.
El tiempo se evapora
hasta en las consultas con vistas
a alcobas y venenos.
Pagamos a la desconocida
y nos vamos
igual de chiflados
y con un nuevo deseo insatisfecho
para la mental colección de huecos
que abrieron las felices perdices 
de nuestros propios cuentos.
© Mariano Crespo


1 comentario:

  1. Mariano....tal cuál como comentas
    ¡¡ me encantaron tus letras !!
    Recibe mi saludo

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