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sábado, 5 de diciembre de 2015

Preludio


Por lo común hacemos las cosas como las fieras 
y, más tarde, buscamos una explicación teórica
al comportamiento de nuestro salvaje evolucionado.  
La cobertura del homo sapiens 
para creer que no merece la jaula
y es el rey de la creación o el “boss” de su desguace.


Sin embargo, con la edad, 
el camino da más placer incluso que la llegada,
el senderito conduce a lugares que ignora el arcén.

Nos pone más a tono
la descripción en verso de los tres deseos
 
que la vulgar aparición del hada. 

Yo, a estas alturas del declive, sin embargo, 
gozaría, describiendo, caricia a caricia, 
duda a duda, lengua arriba, lengua abajo, 
explicarme durante la extensa jornada 
en que se abren flores y cavernas,
todo aquello que deconstruiría con tu cuerpo
si tuviera el talento de llevar la teoría 
del arte al escenario de la charca.

O sea, ser el animal que se mueve
por aquello que despreciamos
y nos hizo especie superviviente.


Mirarte a los ojos, y escuchar,
en un susurro con alma de orden: 
Procede.
Déjate guiar a donde el vientre te lleve.

Y, como el fuego sueña que arde, que la vida arda
y como quema que nos queme.

© Mariano Crespo


3 comentarios:

  1. "Procede" se me antoja bastante robótico: el dulce salvajismo de las máquinas acomodadas en su programación ventral, una sirvienta con corazón binario y alma de ramera (el amor es una pantalla azul celeste en la matemática del proceso). Estoy contigo en todo lo escrito y lo descrito. Lo difícil es encontrar a alguien que se deje persuadir y que no le importe quemarse.

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  2. Procede.
    Déjate guiar a donde el vientre te lleve.

    Este poema para mi gusto es al final donde se viene arriba. Sublime.

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  3. "Y, como el fuego sueña que arde, que la vida arda
    y como quema que nos queme."
    Magistral querido Mariano

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