Páginas

martes, 23 de enero de 2018

Nostalgia


                                                                                                                Wendy (Anthony Devas, 1950)

                                        
                                      «Tu nostalgia del incómodo tiempo negro me ha hecho sonreír
                                       con complicidad. Estamos locos»
                                                                                                    ELVIRA DAUDET



                                Para Elvira Daudet


Coincido, contigo,
hermosa poeta,
en las dos cosas.

Estoy loco
y además siento loca nostalgia
entre cicatrices que fueron penas.
Como la madre recuerda
el primer tacto del niño
apartando el humo del desgarro
y la salvaje ruptura
de la vida por la puerta de la caverna.
Como guardamos añoranza
de barras de bares
que, si bien no niego,
nos sirvieron con diligencia
y excelente banda sonora
nuestras dosis diarias
contra la desesperanza,
en ellas descubrimos la traición
tras sus gafas opacas,
y bajando las escaleras
vomitamos nuestros fracasos
y a las primeras viudas negras.
No es que perdiéramos
allí la cartera,
que también,
sino que además
dejamos para siempre
la foto de carné
de la mujer
con la que habíamos
construido una biografía
con solo poner el primer polvo,
la primera piedra.

Amamos los partidos
que vimos de pie y estrujados,
los coches de choque
que llamábamos utilitarios
y, cómo éramos capaces
de hacer el amor en un sidecar,
gozamos el confort de las motocicletas,
y de las carreras urbanas
sin dorsal pero con un policía
pisándonos los talones y las contraseñas.

Nos afiliamos
a las causas proscritas
por besar a una mujer
o derrocar una miseria,
porque hubiera más jardines
y por cambiar los nombres de
las calles y las estatuas
ecuestres de las glorietas.
Y sentimos nostalgia
del tabaco 
que nos arrebató amigos
y de la ginebra
que nos robó la lucidez
aquel día,
en aquella puerta,
donde el futuro
era el ascensor
y subimos por la escalera.

Sí, Elvira,
no solo somos un pueblo
que hace días de fiesta de sus derrotas,
—el día que venció a la Ilustración
o que los gorilas quemaron las bibliotecas—
sino que además estamos tan locos
como para marcar en el calendario
de nuestros himnos y odas,
todos los días que gozamos un instante,
tan solo un leve instante,
durante un largo siglo de miseria
en un incomodo tiempo negro

de una lúgubre sala de espera.

Mariano Crespo


           
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario