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martes, 19 de mayo de 2015

La letra pequeña


Soy un hombre corriente
de esos que consideran que tener que morirse
para que te hagan una máscara mortuoria
supone un exceso de coherencia.
Desconfiado, como casi todos,
desde que atravesé la frontera de los cincuenta
y descubrí que me habían engañado
- mi existencia era de garrafón
y una estafa el abono de la cuenta-
porque al aprender a vivir y a leer
puse mucho tesón en los titulares
y muy poco en la letra pequeña.
Coincide este interés por lo diminuto
con el uso de gafas para vista cansada.
La vida te da una nueva carencia
por cada conocimiento que te regala.
Y todo lo que sucede en la vida
lo más tuyo
es letra pequeña.
Lo evidente es patrimonio público
pero los engaños de tu alma
los asesinatos sin testigos
el veneno de algunos besos
el agujero de los bolsillos
la amargura de las buenas notas
el confort de los pecados
el polen entre las ropas
las páginas de sucesos
el carmín de las amapolas
los caramelos de eucalipto
los orgasmos en conserva
las lagrimas congeladas
el arroz de las mentiras
los ángeles sin alas
las vírgenes secretas
los sueños de ultramarinos
los sábanas de color lila
los cordones desatados
las flores sobre los templos
el paraíso oculto de las mujeres
entre laberintos y cremalleras
la geografía de la ignorancia
el tamaño de la gloria
la cueva del desamparo
los gozosos del rosario
las mentiras,
las putas mentiras,
las odiosas mentiras
que constituyen tu historia
están en letra pequeña.

Solo a la vista
de esta edad de ojos cerrados
y al amor ciego
de quién no quiere leer
porque te sabe
te respira
te conoce
y te ampara.
Soy un hombre corriente
de esos que consideran que tener que morirse
para que te hagan una máscara mortuoria
es una estafa si sabes de memoria la baraja
y que lugar ocupa entre los naipes
el comodín en letra pequeña de tu carta.
© Mariano Crespo

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