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domingo, 1 de noviembre de 2015

Clásicos


Soy complaciente con la preferencia 
de las élites por los clásicos. 
Se debe a que están muertos
y buscan por conventos su tumba
junto a los fetos de las monjas. 
Y los cadáveres
-por muy golfos que sean- 
no dejan a deber en hostales, 
burdeles o tabernas. 
No se burlan 
de su empaque 
ni comentan como una señora 
cuando le viene o le llega. 
Los cadáveres 
no ponen el status quo 
como un bebedero de patos 
o el coño de la Bernarda.
Un poeta es una paloma cagona 
hasta el momento que deviene estatua.
Yo entiendo la preferencia 
de las élites por los clásicos, 
voy, incluso, ay, compartiéndola.
Y me esfuerzo en la elegancia 
para llegar a académico 
o concejal de cultura 
o tertuliano de ateneo
o palanganero de palacio 
y dar nombre a una calle sin salida
o, lo que viene a ser lo mismo, 
una corriente literaria.


© Mariano Crespo

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