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martes, 10 de noviembre de 2015

Edades



En la juventud. 
Cuando todo es rojo intenso
empiezas en el oficio 
de asaltador de camas 
o guerrillero de alcobas 
-si tu gusto son las señoras- 
la principal táctica a mejorar 
es la de la retirada.
Tienes pánico al vacío 
cuando callan las armas.
Con el tiempo 
descubres que todo 
lo que es necesario saber 
de esta absurda película 
se aprende en el post-rodaje 
de la escenas que abrasan,
como lo que se conoce de la lluvia 
siempre es tras la tormenta
cuando el aguacero no ciega.
En la madurez.
cuando todo el color es burdeos,
pasado el tiempo 
de las escaramuzas, 
las derrotas ocultas, 
y las victorias sin épica ni crónica, 
te empieza a gustar la sopa 
el pescado en salsa 
y los besos tras las brasas
suaves como el tacto de la lana. 
El aliento a ceniza de las palabras.
Es cuando 
la principal táctica a mejorar 
es el asentamiento 
sobre la pradera tomada,
la edificación de una chimenea 
en torno a su mirada
la familiaridad con los gatos 
y escuchar la música del silencio 
hasta que te sientas capaz 
de poner letra 
a tu propia balada,
ese epitafio que se baila
a media luz
y con las caras pegadas.

© Mariano Crespo


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