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lunes, 18 de marzo de 2013

"La Sabiduría"


No todo se aprende en los libros.


Pocas veces me remonto a narrar
asuntos de mi vida antes del actual ciclo.


Yo, como algunos de ustedes,
pasé un largo periodo cósmico en el limbo.


En el limbo, los retretes de los bares
están como en nuestro planeta
al fondo a la derecha.


De entre todos ellos me gusta frecuentar
los de "La sabiduría", un tugurio de letras.
En los de ciencias nunca se aquivocan en la cuenta.


Tras la puerta de los excusados de "La sabiduría"
he leído lo que constituye mi bagaje personal.


Como en la Biblia misma a los autores de las sentencias
de esta taberna no los conoce ni dios
pero se podría fundar una religión con ellos
o sin ellos pero con sus clarividencias.



Allí leí: No pongas fecha al fin de tu juventud,
será tu juventud quien decidirá su clausura.
También estaba escrito:
No cortes la cinta de inauguración de tu vejez
será
tu vejez quien, de improviso, deje en la consigna
a tu nombre su equipaje de amargura.



Debajo de todos ellos, un mensaje extraño,
iniciático, cuyo último sentido aun transcurrido
varios siglos, no logro descifrar:
Al acabar no olvides tirar de la cadena.



Y una máxima de profético contenido conservacionista:
Déjalo como te gustaría haberlo encontrado.



La filosofía más profunda está cifrada en mensajes cotidianos.
Es simple y no gusta de atajos.


Debajo de mensajes prácticos
se encuentran ocultas las respuestas que nunca encontramos

sobre el fin de los tiempos
en los retretes, en los recónditos arcanos.




© Mariano Crespo Martínez






                              
                            

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