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viernes, 1 de marzo de 2013

Nocturno de febrero en ausencia de mar y con espejo



Tal vez se espera
que al decir todo lo aprendí en la noche
estamos bebiendo, fumando,
y escalando el monte de Venus sin cuerdas
para llegar al volcán y ponerse encima o debajo.


Todo ese paraíso artificial
que habita en la palabra
bohemía.


Pero hay hostales de habitaciones con vistas
a patios interiores en donde los cadáveres
se arrojan por ver si los angelitos vuelan.


Si como yo te has muerto alguna vez
conoces que en algunos tanatorios no cierran los bares.


Si alguna vez acudes a Urgencias
aconsejo ser el enfermo
más que estudiar desesperación por móvil
en la sala de espera.


Si crees en la épica de las guerra fría
no has ordeñado el miedo y la angustía
en una garita de Artillería.

Si crees que los chistes de Lepe son rancios
no te han vendido de madrugada un ataud con descuentos
para la vida eterna de tu padre
en un pueblo de la sierra.


Todo ese paraiso artificial que habita en la palabra bohemía.
Y no es una cristalería.


Son añicos
de una botella
de lejía,
de amoniaco,
que, por fortuna, está vacía.
O, para tu desgracía, está llena.


No tenía besos para la cena
y he tenido que vender un nocturno de febrero

en ausencia de mar y con espejo.


© Mariano Crespo Martínez






                               

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