Tardes sin domingo
en que me pongo a escuchar
a unos de esos cantautores
que bien podrían tocar en una misa,
veo fotos antiguas
viradas en sepia por el sudor
de las manos y los años,
y salgo a mirar el atardecer
para llorar a moco tendido
sin más razón social
que ese dolor del tic-tac
cuando no es un sonido.
Las derrotas son generosas con los anticipos.
© Mariano Crespo
No hay comentarios:
Publicar un comentario