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lunes, 15 de octubre de 2012

No una vez, ciento



 
No debería decirlo.
Ni siquiera pensarlo.
Sentirlo pinta de negro
la hoja en blanco
del cuaderno escolar
que llevamos dentro
y llamamos alma
por llamarle algo.
 
Yo he deseado matar.
No miento.
No una vez.
Ciento.

Cuando leo diarios.
Cuando el abuso.
Cuando la tortura.
Cuando la rapiña.
Cuando el maltrato.

No a la pena de muerte.

Lo acato.
Lo grito.
Lo proclamo.

No a la rabia de rata
que te encierra en el rincón
a creer que matar a un ser humano
puede ser el mal menor
la urgente solución
a otro asesinato.

Hay tres razones para no matar.
Una,
dos
y tres.

Si no las comprendes
puedes confundir al héroe con el verdugo.

Si no las sientes
llorará por ti tu corazón y el del planeta.

No des más motivos al corazón para el llanto
que bastante tiene con mirar la calle
y ver como la transita el espanto.
 

 © Mariano Crespo Martínez








                            
                       

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