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martes, 28 de febrero de 2012

Ibarrola

Una vez tuve la ocasión de contemplar la mirada de un valiente. Cautivo en la cárcel de Burgos por antifascista y amenazado de muerte por ETA por decir "Basta ya". Para él entonces escribí estas torpes letras.
 
Por la ría de Bilbao,
entre la bruma de la noche,
alguien vio de incógnito
pasear al dios Marte.
En esta ciudad que levanta museos
sobre los cementerios,
las plantas se oxidan
por otoño, en octubre.
Y de las turbinas brotan flores silvestres,
tornillos con musgo y mugre
por cada abril
y en cada valle.

En lunas de cuarto menguante,
se muestra el dios miserable,
fecundando las miradas vírgenes
del paisaje de futuros estériles
y guerreros incautos
que creen hacer patria
a golpes de hacha
contra personas
y árboles.
Como el niño destroza el juguete
que no entiende.
Como Saturno devora sus hijos.
Como la naturaleza aja con violencia
su propia belleza.
Como se ofrece
a dioses paganos,
para aplacar su venganza,
lo mas puro de la propia
sangre.

*****


Por el bosque de Oma

un druida embadurna los pinos
de colores primitivos,
símbolos inquietantes
y amaneceres tan plácidos
como un sol amable.
Cuidan de él
las mariposas fugaces
y le vigilan
niños, casi hombres,
de mirada salvaje.
Niños que conjugan la muerte
y, en su pobre ortografía,
escriben hombre,
sin libertad
y sin hache.

*******


Este viejo soñador

nació metal a orillas del Sena
y en el Nervión se hizo carne.
París le enseño el triunfo de la luz,
Franco el olor de la derrota,
y el hambre.
Aprendió las sombras, la penumbra,
el gris y la melancolía
en la academia de la cárcel.
Descubrió que la alegría
es una lucha contra la barbarie
y se acompañó de poetas,
para hacer respirables
las palabras
y el aire.
Desde entonces compite con dios,
deslealmente laico,
en transformar lo inútil en arte.
En una contracreación
testaruda y rebelde
que corrija los siete días de prisas
y el divino olvido,
imperdonable,
por los detalles.
******
Bajo la txapela
se guarece el personaje
de la lluvia persistente
que da brillo al caserío
y al verde del paisaje.
En su taller hay periódicos
que, mas que nunca, proclaman
que el medio es el mensaje.
Traviesas de un ferrocarril
que llegó pronto y al que no espera
estación ninguna
ni nadie.
Maderas nobles por pobres,
geometría ébria y razonable,
hierro forjado
por el beso nocturno y violento
de un sueño probable.
Y un perro
llamado “capitán Nemo”
que a cualquier forastero que llega
huele y lame.
******

Y cuando cae la tarde,

una mujer acompaña al hombre
a sujetar un lienzo en cualquier calle,
donde reza libertad,
donde ¡basta ya! pone.
El silencio consagra el rito civil
del sol a media asta por la vida.
Los templos huelen a cera
y sangre.
Y el hombre tranquilo,
metal y dios hecho carne,
rostro vasco, manos grandes,
con una mirada infantil y valiente
que si la tocas da calambre,
aguanta una lágrima
y se pregunta un instante:
Entre tanta nada ¿qué pinta un hombre?

Sólo Mari Luz* le responde.


© Mariano Crespo Martínez


(*) Mari Luz, compañera de Agustín Ibarrola.





                                                    

                                                           

                                            

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