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lunes, 27 de febrero de 2012

Instinto básico



Uno de esto tipos que hasta sentados
parecen viajeros.
Un silencioso predicador en el desierto
del gentio discreto.

Pagaría dinero por ser ese protagonista del relato.
Pero solo escribo.
Solo lucho contra la página en blanco
y el terco silencio.
Un mísero y bello, por inútil, oficio
con las tinieblas por recinto
y una humilde vela
que genera las sombras
de que se nutre el dios menor
que parece que somos
cuando creamos emociones
por un instinto básico.
La mente es un mero corrector a sueldo
de los delirios de las vísceras.
Un asesor sintáctico y ortográfico.
Y ser creador es, hagánme caso,
tan solo
envidiar
a los hijos
de
tus
sueños.
Esos seres cercanos,
lejanos,
prójimos,
ajenos,
emancipados de tus miedos.


© Mariano Crespo Martínez

                                                           
                               

3 comentarios:

  1. Del poeta brota la hermosura como el agua de un manantial que no cesa, pone la palabra justa a un sentimiento que va a quedar reflejado en ese papel blanco que a veces le mira hostil y después mucha gente al leerlo piensa, qué belleza, pero después el poeta se mira al espejo y se encuentra solo, desprotegido, porque tiene que seguir viviendo con lo que tiene y hacer feliz a los demás no es suficiente a su estómago y se impone esa realidad tan dura y amarga para muchos, trabajar para lo que no has nacido.

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  2. ¡Yo te dije eso! Qué peligro tengo.

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