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domingo, 15 de abril de 2012

Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI)


A ratos nos perdemos
en un laberinto oscuro
lleno de miedos
y paredes.
 

Nuestro interior
son tuberias invadidas
por pócimas de brujos sabios.
Estamos vivos porque un tozudo
aparato señala que respiramos
y que nuestro corazón late
en ritmos adecuados.
La orquesta sigue tocando
y tu quieres bailar con ella.

Cuando abres los ojos
alguien te lava con gasas el miedo
y te alienta a seguir mirando.

Pierdes el conocimiento,
deliras,
y ellas trabajan con compresas frías
para que tu incendio no te convierta en cenizas.

Adelante, vas a ganar a los bichos,
tienes gente que te ama y te espera.

Nos desollamos las manos

buscando una salida
a un encierro que es una tumba
o algo parecido.
Adelante, vas a ganar a los bichos
tienes gente que te ama y espera.


De repente,
rasgamos la pared,
hacemos un agujero
y nos desconcierta
esa mirada
que los honrados transeuntes
dedican a los supervivientes
de esas pesadillas
que todavía no han alcanzado
a conocer.

Ahí, con su luz de ave, está ella
aguardando.

Casí siempre aparece el estupor

porque uno ya no pertenece
ni entera
ni parcialmente
a ninguna de las dos realidades.

Es tan difícil escapar hacia adentro

como recordar el futuro.
Estoy vivo.

¿Cómo estás, amor?

¿Cómo están ustedes?


© Mariano Crespo Martínez

                 

6 comentarios:

  1. Muy bueno Mariano, muy bueno, la vida, siempre que sea eso, vida.

    Un abrazo

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    Respuestas
    1. Muy buenos y muy buenas, los trabajadores de la UVI y del Servicio de Neumología de la Fundación Jiménez Díaz. Y muy malos los que les pagan poco y les ningunean profesionalmente.

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  2. Que gusto saber que superaron tan tremenda crisis, un fuerte abrazo.
    Una vez más, gracias por las aventuras escritas en tan bellos poemas, una delicia seguirte leyendo. Bss

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  3. ...Ahí, con su luz de ave, está ella
    aguardando.
    ¡Genial!

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  4. Hoy me tocaste la fibra;) Me has traído muchos recuerdo, así es, duro para el que está dentro y duro para el que espera. Gracias Mariano por tu gran especificación, pero que no se repita.

    Un beso.

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  5. He estado, por suerte o desgracia, a ambos lados de tubos, cables y monitores. La máquina que mide tus constantes no garantiza que estás vivo,sólo que las piezas de tu organismo funcionan. No sabe que, a veces estás luchando contra tu vida, deseando oir el inicio de ese: piiiii... sostenido.Y luego, la ansiada nada.

    El objetivo que se tiene al otro lado, con gasas, vías,cuñas o monitores, es mantener al paciente enganchado a la vida. Muchas veces me he preguntado qué derecho me asistía en ese intento. Quién me había coronado como un pequeño Dios, juez y parte. Pero esa duda se despeja, en la mayor parte de los casos, cuando ves alivio en la mirada del doliente. Agradecimiento por haberle ayudado a seguir en la única realidad que conocemos los humanos. Lágrimas de alegría de las personas que le esperaron pacientemente, con el miedo y el dolor masticando sus entrañas. Entonces olvidas las condiciones de tu trabajo, el desgaste físico y emocional que te causa a diario, el sueño, el cansancio, la entrega.

    Yo he luchado más por la vida fuera de la cama hospitalaria que postrada en ella. Y en ambos casos he aprendido que morir no es fácil, vivir tampoco, pero el mayor dolor es el que siente aquel que pierde a un ser al que ama.
    Tal vez sea eso lo que, en el fondo, nos ancla a la vida.

    Gracias, Mariano.

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