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martes, 11 de diciembre de 2012

Daños colaterales del almanaque


Cuando ya no hay erratas en el calendario
y todo es previsible
y tedioso 

como un ascensor sin espejos
en un rascacielos eterno.

Cuando los besos de estreno
huelen a viejos.
 

Cuando el entusiasmo se ha quedado rancio
como una película de televisión en sábado tarde.

Cuando el deseo da cansancio.

El odio resulta justificable.

Los daños colaterales del almanaque
son corazones de oficio.


Solo laten.



© Mariano Crespo Martínez




                  

                  



                      

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