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miércoles, 17 de enero de 2018

Noche con gato gris



                     Julio Cortázar y el gato al que puso el nombre de Teodoro W, Adorno. 

                                                     Para Ana Agudo, que me quiere 
            porque me confunde con un gato.



Tengo entre las rodillas
un gato gris
al que acaricio
aunque no existe.
Pero siempre he querido
acariciar un gato gris
en las noches de lluvia
y sentarme al amor del brasero
de una mesa camilla que no tengo.
Y fumarme una pipa
mientras leo a una poeta
que tiene una prosa húmeda,
y un verso inquilino de sangre,
y ponerme un café con
la leche templada
y a muy bajo volumen
- como si lo tocara el vecino -
el piano de Bill Evans.
Y quitarme las lentes
para acariciarme ese
dolor que deja su puente
y que vinieras por la espalda
-muy sigilosamente-
para decirme que te acompañe
a la cama que ya es muy tarde
y -sonriendo pícara-
porque además te apetece
susurrarme una cosa
que se te ha olvidado contarme.

Tengo miedo,
no me duele nada,
ni siquiera el recuerdo,
y tengo la armonía en los ojos
que me regala el piano
y la foto de un muerto, mi padre,
que me mira con dulzura
aunque tenga motivos
para regañarme.



 Mariano Crespo


                  
             
                                  

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