Condenados a hacer testamento vital
hiriendo la corteza de los álamos.
Al borde del precipicio, en el límite
de fuerzas, versos y víveres.
Con la herida purulenta del alma
exhibida en el museo de la carne.
Comprendiendo, a la postre, que los buitres
y las cigüeñas pregonan distinto mensaje.
Fuera de nuestro alcance la barbarie,
nos abandonamos al impudor de los cadáveres.
© Mariano Crespo Martínez
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