Nadie se acuesta con un viejo
por el vigor que de joven tuvo como amante
pero se contemplan las ruinas de una ciudad
como vestigios de lo que fue una civilización
que desafió con la belleza a la barbarie.
Yo sin desdeñar el viaje físico
a templos que tuvieron dioses
o cimientos de bibliotecas
en donde residió el arte
y moró el saber de una época
procuro trasladarme con la mente
porque las ciudades que amo
ya no existen y me repugna
acostarme con la reliquia mortal
de quien dicen fue una diosa
de belleza incomparable.
Las ciudades a las que llego,
los hombres con los que converso
las gestas en que participo
las lecciones de los sabios eternos
están en oferta en agencias de viajes
cerradas por falta de clientes
y derribadas a tasas y saqueo..
Se llamaban librerías
y no resistieron la competencia
del borracho de garrafa
y el sexo zafio del casquero.
No creo que se halle registrado
a Marco Polo o Gerald Brenan
en alguna fonda de patanes
de estos modernos viajeros.
© Mariano Crespo
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