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lunes, 18 de febrero de 2013

El limbo de los sentimientos



Hay cosas que no tienen posible segunda mano
y -mezquina suplantación- tampoco segundos labios.


La efímera saliva caducaría rumbo a otro destinatario.


Bien es cierto que recibí afectos que eran para otro
pero siempre en el momento
-inoportuno, cierto-,
pero viví la impostura en directo.


Dónde guardar un sentimiento ya donado.


Un banco de sentimientos
es una contradicción en los términos.


En qué rincon nuestro guardamos lo ajeno.


Qué se hace con los besos devueltos que envíamos por correo.


Cómo administramos el deshaucio
del pretérito amor
que nos devuelve los fluidos
ya secos de la pasión por mensajero.


Los testimonios de primaveras pútridas.


Esas fotos, de cuando enredados, partidas por el medio.


El limbo de los sentimiento ni justo es, ni es de los justos.


El sitio de aquellos que se les negó la muerte.
El corredor de los sustos.



Ese lugar, tras la frontera, de gente sin nombre
y poemas anónimos
al que llegaron las vías del ferrocarril
pero el tren descarriló tres pueblos antes del tedio.


© Mariano Crespo Martínez





                       

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