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jueves, 14 de febrero de 2013

Retorno al innombrable



Salió a la luna trajeado de asco
como para otra jornada adicta a las rutinas
por la vía intravenosa que el corazón lastima.



Hiere más la desolación que las espinas.



No regresó a su casa aquella noche.


No hay constancia de denuncia.


Una acera permisiva.


Una palabra acertada como casi nunca.


Los muebles del desamor
apeteciendo de urgencia una mudanza.



Olvido de contar hasta cien
antes de arrancar las bragas al misterio
como aconseja el catecismo del cobarde.



Una mujer resuelta a arrojar
los flotadores por la borda,
ahogada por la seguridad
y el te lo juro que no vuelvo.



Hay un lugar de calles boca abajo.

en donde el amor es innombrable.



Un incendio
con dos pirómanos y dos víctimas
de esa serpiente
de aquella almeja
que huyen de la tienda de congelados
en cada luna llena.


En la vida a veces suceden imprevistos
que justifican la palabra extraordinario

y le brotan apasionadas rosas rojas
a la fecha más gris del calendario.



Todo parece
como si sucediera
que notas humedad de lengua en una oreja,
y en el boulevard de tu entrepierna
un ángel toca el arpa por si tienen a bien pagarte el billete al cielo.



© Mariano Crespo Martínez







                         

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