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lunes, 25 de febrero de 2013

La real-idad



Todas las mujeres desconfían de los sapos
por si ocultan, bajo un beso, un asqueroso príncipe.


Los sapos no gustan de mujeres sino de princesas.


Chicas para ponerlas en un altar
y vestirlas con lencería de fulanas.


En las encuestas dicen que gustan de las damas
y valoran la inteligencia.


Pero los sapos quieren,
por encima de a cualquier charca,
fidelidad a la corona
y una estirpe
para sacarse fotos entrañables.


Esto ha sido así por siglos
y lo demás no deja de ser uno de esos incontables
cuentos que ahora llaman realidad.





© Mariano Crespo Martínez





  

                                                   

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